Ultimas

El día que nació el canto vallenato*

Por: Juan Cataño Bracho

Si hubiéramos sido capaces de establecer una cátedra vallenata, permanentemente, daríamos vida a nuestros archivos culturales y nuestros cronistas serían los mejores educadores sobre nuestro origen y tradición cultural. Escucharíamos permanentemente un repaso de nuestra historia en afirmaciones cantadas que describen que “ser vallenato de puro cepa es sentirse indígena, Negro y Español”.

La producción humana siempre existe en una forma social determinada, históricamente constituida. Puede ser producción de la comunidad primitiva, esclavista, feudal, la pequeña producción mercantil; capitalista, socialista. Los rasgos generales de la producción adquieren un carácter diverso según sea su tipo histórico[1]

Dada las circunstancias que favorecieron la generación del canto vallenato, es posible ubicar su nacimiento a partir del Descubrimiento de América, debido a la consideración de que con este acontecimiento  empieza a configurarse la raza que da origen al Canto Vallenato.

A partir del 12 de Octubre de 1492 hacen contactos blancos, negros e indígenas. Los primeros como colonizadores, los segundos como esclavos y los terceros como primitivos pobladores, elementos indispensables en la producción del Canto Vallenato. No se trata de informar hipotéticamente sobre el día en que se fusionaron el acordeón, la caja y la guacharaca, que son accesorios del Canto Vallenato, sobre lo cual muchos avivatos, considerando que son tenidos por sabios en la materia y sin tener en cuenta la relatividad de las fechas históricas, se atreven a señalar sucesos que dieron nacimiento a este acontecimiento. 

El encuentro de España, África y América dio lugar a sincretismos, transculturaciones y simbiosis de la música, el viejo romance hispánico se mezcló con las precauciones africanas y con elementos de expresión sonora del indígena, otro tanto sucedió con la danza[2].

El hombre en cuanto especie y en cuanto individuo es su pasado, que origina una tradición en virtud de la cual nos hacemos solidarios de un patrimonio y de un destino común que nos integra en un torrente de comunicación y dependencia insoslayables[3].

Antes de constituirse el actual canto Vallenato, tuvo muchas variantes para llegar a ser el actual. Hubo Décimas como de las especies cantoriles vallenatas, hubo canto de Pajarito en la escuela del río, hubo canto de Tamboras en la escuela negroide epicentrada en El Paso[4].

El ingreso de los negros por primera vez al Valle de Upar se dio en condición de fugitivos que aprovechando la espesura de la selva evadieron la persecución de los esclavistas lo que prueba la presencia de negros en este territorio, y el establecimiento de algunos palenques, antes del arribo de los europeos.

Siguiendo afirmaciones hechas por cronistas del siglo XVI, entre ellos Juan de Castellanos, resulta paradójico que las primeras migraciones o presencia foránea que se dio después del descubrimiento, hacia la región del actual departamento del Cesar, no fue de blancos europeos; sino de negros, fugitivos provenientes de Santa Marta y Maracaibo. Grupos que construyeron sus estancias en las estribaciones de la Serranía del Perijá, con cuyos habitantes ancestrales mantuvieron tan buenas relaciones, que llegaron al cruce de sangre, dando origen así a un proceso de zambaje inicial, previo a la llegada del blanco[5].  

El canto vallenato empieza a concretarse a partir del descubrimiento de América sin que se entienda que a partir de este momento es cuando el negro, el indio o el español empiezan a experimentar su vocación cantoril. Se empieza a gestar desde este momento por ser el punto de partida para la confluencia de las culturas que la originan: América, África  y Europa.

Sobre la presencia del blanco europeo se afirma: el poblamiento blanco de la región se inicia propiamente en el siglo XVI, a partir de la fundación de poblaciones y ciudades. Tiene lugar con la fundación de la ciudad de Valledupar en 1544 y su refundación en 1550; lo mismo que con la fundación de las ciudades de Pueblo Nuevo o Nueva Valencia del Nombre de Jesús y Becerril de Campos (1594) y para la misma época la repoblación de Tamalameque y su ascenso posterior a la categoría de ciudad  y repoblamiento de Chiriguaná[6].    

Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa afirma que el Valle de Upar fue descubierto por Pedro de Vadillo, cuando sostiene que: “en todo caso fue Vadillo quien lo descubrió y llevó sobre él la suficiente información para que por admiración a su grandeza y a la de su pueblo, los conquistadores decidieron a partir de aquella expedición, llamar Valle de Upar a las tierras descubiertas.

Simón Martínez Ubarnez sostiene que: “Nuestro canto tiene una estructura eminentemente narrativa, con influencias indígenas y españolas (del romancero), pero con una enorme influencia de los narradores de África, que tenían una cultura eminentemente oral y que todos sus patrones culturales se trasmitían por el canal de la tradición oral. En ese sentido tenemos una patética influencia africana por ejemplo: El caso de la Tambora y algunas vigencias culturales en la Sierra Nevada, la danza de las Cucambas, en los cantos de Labor o de Zafra, ya que el negro fue traído precisamente para el cultivo de la tierra y se acompañaba en sus labores a través de un canto que no era música sino canto oral.

En la parte poética hay una especie de sincretismo de las tres dimensiones culturales. Hay una gran influencia negra en cuanto que nuestra poesía, nuestro pensar poético es de una fundamentación mítica y de un ensamble con una tendencia a la alteración mítica y legendaria de los hechos para ser plasmados poéticamente, pero hay un dejo, una especie de musicalidad interna en la poesía regional nuestra que es eminentemente negra y que refleja la nostalgia del negro por su tierra natal.

La estructura formal de nuestra poética, es eminentemente español, con una enorme influencia del Romancero español, de la Copla española, de la Narrativa, del Cuento, etc.

Es de anotar que la cultura española cuando llega a América es una cultura eminentemente oral, ya que los conquistadores en este momento no tenían un dominio de la escritura, incluso el castellano estaba en proceso de conformación.

Esa oralidad que hemos mantenido nosotros en nuestra poética fue  lo que mantuvo adormecido el desarrollo literario en nuestro medio, por la imposibilidad del dominio de la escritura.

En cuanto a la permanencia del Canto Vallenato, que lo distingue de las demás formas de expresión culturales en Colombia, por ejemplo, se puede afirmar que obedece al acierto de ser un diario del acontecer humano que marcha a la par del desenvolvimiento de la sociedad.

El acontecer humano que se realiza en el espacio y el tiempo, en unas condiciones socioeconómicas y vitales determinadas, dentro de las cuales elige, actúa en función de dichas circunstancias que limitan o hacen posible la libertad. El acontecer individual solo tiene sentido histórico en cuanto tenga relación con el desenvolvimiento de la sociedad en general o de una sociedad dada[7]. Por eso un canto vallenato auténtico tiene expresiones como estas:

Yo me críe en una región de verdes cañaverales

De gemidos de trapiches y relinchos de caballos

Y de muchachas bonitas cual tardes primaverales

Tierra alegre de acordeón de fiesta y riñas de gallos.

Por la temática del Canto Vallenato, que es eminentemente Narrativo y Descriptivo, es posible afirmar que hay un Vallenato: Antiguo, Medio, Moderno y Contemporáneo. Claro que es necesario que reconozcamos que el Canto Vallenato, que es la expresión del sentimiento de culturalmente ubicado, no siempre fue, es y será puya, paseo, merengue y son. Porque hay que decir que el Canto Vallenato, para mi, es el sentimiento con el que el hombre canta, y la música vallenata es el formato en el que el hombre vierte su sentimiento.  

Pero, para conservar una tradición es necesario que nazcan instituciones que sean capaces y se dediquen a preservarlas como aconteció en Valledupar con la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, cuyo fin es mantener la tradición implícita en el canto vallenato. 

*Tomado del libro “El Canto Vallenato: Arte y Comunicación” de la autoría de Juan Cataño Bracho.    

 

[1] Rosental-Iudin. Diccionario filosófico. Ediciones Universales. Bogotá 2004. 

[2] Simón Martínez Ubarnes. Versión oral.

[3] Antropología latinoamericana. Ediciones Usta.

[4] Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa. Versión oral

[5] Simón Martínez Ubarnez, Jorge Iguarán Aguilar. Orígenes,  el Cesar y sus Municipios. Editorial Ápice, 2004.  

[6] Simón Martínez Ubarnez, Jorge Iguarán Aguilar. Orígenes,  el Cesar y sus Municipios. Editorial Ápice, 2004.  

[7] Filosofía II. Undécimo Grado de Educación Media Vocacional. Ediciones Susaeta.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *