El maquiavelismo posee dos significados. El primero consiste en la doctrina política de Nicolás Maquiavelo, especialmente la idea de superponer la razón de Estado sobre cualquier otra consideración ética o moral para mantener el poder,1 tal como se deduce de las obras del escritor italiano del siglo XVI: El príncipe y sus Discursos. El florentino, considerado humanista, padre de las ciencias políticas y filósofo, es el autor de esta gran polémica al desligar la política del dominio de la moral y la religión.
La segunda, de rango psicológico, tiene que ver con los rasgos de una personalidad hipócrita y falsaria, calculadora, falta de empatía y que lo subordina todo al propio beneficio.
Desde estrellas de telenovela intrigantes hasta políticos corruptos, es probable que alguna vez se haya topado con un personaje engañoso que hace lo que sea para conseguir lo que quiere. Para esta persona sin escrúpulos, el fin siempre justifica los medios. Tal vez alguien de tu vida cotidiana actúe así y hayas sentido su ira manipuladora, explotadora o engañosa. ¿Por qué actúa así la gente? Es posible que esa persona tenga rasgos maquiavélicos.
El maquiavelismo describe la tendencia de una persona a ignorar la moralidad en su toma de decisiones. A menudo se hace referencia a los maquiavélicos como “titiriteros”, que intentan engañar a los demás para conseguir lo que quieren. Suelen tener una visión cínica del mundo y consideran a los demás igual de manipuladores y tramposos que ellos.
El maquiavelismo, cuando no se controla, puede causar estragos en los demás. En los primeros estudios de Christie y Geis, descubrieron que los maquiavélicos “manipulan más, ganan más, se dejan persuadir menos y persuaden más a los demás”. Aunque ganar a menudo y no ser manipulado suenan como buenas cualidades, los maquiavélicos no son líderes ideales. Esta mentalidad de “ganar a toda costa” se convierte rápidamente en problemática cuando se inyecta en las organizaciones. Estudios a largo plazo sobre líderes maquiavélicos revelan que sus técnicas conducen al cinismo organizativo y al agotamiento emocional. Pueden provocar graves problemas en el lugar de trabajo, como robos, sabotajes, trampas y engaños.
Los maquiavélicos no suelen dejar su personalidad en el lugar de trabajo, por lo que la discordia que siembran impregna también sus relaciones personales. Sus parejas suelen estar poco satisfechas y sus relaciones tienen una baja calidad romántica. Su comportamiento puede desembocar en problemas aún más graves, como el abuso emocional y el engaño.5
Se podría suponer que, al menos, los maquiavélicos son felices en su forma de explotar. Pero los datos no demuestran que esto sea cierto. Los maquiavélicos suelen sufrir depresión, paranoia, baja autoestima y otros problemas cognitivos.6 Parece que el maquiavelismo no mejora el bienestar mental de nadie. Los datos parecen demostrar que dondequiera que haya maquiavelismo, habrá conflictos.
Fuente: https://thedecisionlab.com/es/reference-guide/philosophy/machiavellianism