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El Folclor no tiene dueños

El Folcor no tiene dueños.

Por: Juan Cataño Bracho

Es normal que las personas busquemos los recursos necesarios para sobrevivir dignamente, para vivir cómodamente o para vivir en la opulencia. 

En esta normalidad unos buscamos descubrir la misión, el objetivo, el tesoro escondido, la piedra angular, el diamante en bruto, la consideración social etc.  Algunos, en este afán llegan hasta a apoderarse de lo que le corresponde a una familia, a una sociedad o de lo que no tiene dueño.

Así ha pasado con una finca, con una mina, con un baldío, con la propiedad intelectual, con una institución del Estado, con un gremio, con una empresa particular y hasta con el folclor que es del pueblo. 

Algo así está pasando con el folclor vallenato y entendemos la natural necesidad de las personas de acreditarse, para pasarlo lo mejor posible con un nombre, un prestigio, un perfil, un palmarés o una gran consideración para monopolizar el prestigio, el mercado o la sociedad entera. Y hay quienes han logrado monopolizar el criterio y la consideración y ser los preferidos cuando se trata de hablar de Vallenato, tanto que pueden, hasta, mentir o afirmar algunas falacias, y lo hacen a menudo, que sus afirmaciones son “palabra de Dios”.  

Esto ocurre porque, en materia de conocimiento, la sociedad se torna anárquica, monótona, agnóstica, inculta, perezosa y manipulable; máxime si cuenta con la anuencia de quienes manejan los recursos para contratar, que siempre lo hacen a favor de una clientela, de su familia o de sus amigos.

Pero si el folclor es el conjunto de las costumbres y de lo que el pueblo sabe, que el mismo produce; el folclor como en el caso la música vallenata, que es música folclórica, no tiene dueño y con ello no nos pueda pasar lo mismo que con las instituciones, los recursos naturales o con la sociedad entera que, algunos, se han puesto al servicio de un personaje, una familia, un partido, entre otros. 

Es cierto que el conocimiento, o la consideración de sabio, idóneo, competente y capaz; están sujeto también a la oferta y la demanda, pero es bajo la regla de la consideración social, según determinada área, pero no por obra y gracia de la publicidad personal o el tráfico de influencia.

Esto es contra los que se autoproclaman como los únicos autorizados para hablar de vallenato, los únicos especialistas, los todos poderosos, los omnipotente, los omniscientes, los omnipresentes, etc. 

El Vallenato es un producto social, obedece a la sociología del arte, por lo tanto, debe excluirse el interés de manipulación y apropiación del derecho a vivir de su tratamiento, de su instrucción y anquilosamiento por obra y gracia del egoísmo y del apetito desmedido de algunos a disfrutar del derecho de vivir de él. Claro, todo el mundo tiene derecho a vivir de su fama bien ganada. Pero autoproclamarse el único es negar a los otros la posibilidad que tienen también de ganarse la vida con lo que saben, han logrado conocer o saber.

Esto porque, como en el caso del folclor, específicamente el vallenato, es una materia muy amplia y es mucho lo que hay que estudiar sobre él y sus diversos tópicos, no es solo de conocer al compositor, al acordeonero, a la musa, el motivo y el territorio. Se trata, también, de conocer sus fundamentos. Lo procedente es exponer lo que cada uno sabe y que la opinión se forme su propio criterio, sin olvidar que, también en materia de folclor, de música vallenata, etc., “no existe alguien tan ignorante que no tenga algo que enseñar, ni tan sabio que no le quede nada que aprender”. 

Para los que se proclaman los más sabios en materia de folclor, especialmente del folclor vallenato, no olviden la frase de Sócrates: “solo sé que nada se”, en donde sostiene que reconocer la propia ignorancia es el principio de la sabiduría. Trabaje sobre lo que sabe y no limite el deseo de los que consideran que aún queda mucho por aprender.  

Autoproclame la importancia de lo que usted sabe, pero no afirme que lo que usted sabe es lo único que hay que saber.  Recuerde que ni, aun, la biblia se ha terminado de escribir o de explicar.    

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