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A propósito de la anécdota del micrófono de Jafid David

A propósito de la anecdota del micrófono de Jafit David.

La anécdota del micrófono de Hafid David me ha hecho pensar en todos esos personajes que, antes de la era del sonido y la amplificación, aportaron su granito de arena para la difusión del vallenato tradicional. Aquellos que, seguramente, en las velaciones o novenas, previas a las fiestas patronales, como lo reconociera el maestro Leandro Díaz, se daban cita para recrear con su talento a quienes movidos por la devoción concurrían a los pueblos y lugares, desde donde se promovían las creencias religiosas, a partir de la adoración de quienes, motivados por el ejemplo de Jesucristo, eran centro de adoración y culto a sus imágenes y que son conocidos como “Los Santos Patronos” de cada pueblo. 

Estas celebraciones que, dicho sea de paso, antecedieron a los hoy famosos festivales, que poco a poco le fueron quitando gente a las programaciones religiosas, lo que se puede demostrar en cada certamen, pues la mayoría de estos nacieron en torno a la celebración de las fiestas del patrono o la patrona del pueblo. Por lo menos, en el territorio del Cesar y La Guajira, donde están los “ricos yacimientos del folclor” que dieron origen a la hoy conocida música vallenata.

Vale la pena destacar que, por ejemplo, el Festival de la Leyenda Vallenata nació en torno a la devoción a la Virgen del Rosario, cuyas fiestas se celebran en Valledupar el 29 de abril. El festival Cuna de Acordeones de Villanueva (Guajira) se celebra en torno a las fiestas patronales de Santo Tomás. El festival Pedazo de Acordeón en El Paso (Cesar) se celebra en torno a las fiestas patronales de San Marcos Evangelista. El festival de El Retorno de Fonseca (Guajira) se celebra en torno a las patronales de San Agustín, entre otros.

Es elemental imaginar, por quienes no disfrutaron de esta experiencia, el ambiente en que se desarrollaban estas jornadas religiosas en torno a las cuales se generaba un escenario para adoración y gozo que invitaban al compartir y a la parranda donde, además, en tiempos en que escaseaban los populares recursos electrónicos de hoy y los instrumentos modernos, era necesario que el hombre fuera creando sus propios medios para contribuir a que los espectadores y contertulios la pasaran lo mejor posible.  

Nos es muy remota, aún, la época aquella en que era posible ver a personajes como Escolástico Romero, Pablo López, Lorenzo Morales, Emiliano Zuleta, Leandro Díaz, Luis Enrique Martínez, Abel Antonio Villa, Calixto Ochoa, “Chente” Munive, Andrés Landero; Alejo, Náfer y Luis Felipe Durán; Samuelito Martínez, Gregorio Muñoz, Octavio Mendoza, “Colacho” Mendoza y muchos más, “haciendo el deleite de los presentes” a los merengues, cumbiambas, colitas, bailes, parrandas o verbenas; escenarios en los que se daban a conocer los cantos. Eran tiempos en que hasta con sólo tambor (artesanal o improvisado), acordeón, violina o silbido, entre otros, se armaba el jolgorio que luego dieron paso a los salones de baile, a las tradicionales casetas que antecedieron a los famosos conciertos de hoy.  

Luego, los músicos completos empezaron a hacerse acompañar de elementos que les ayudaban en las largas jornadas de música, canto y baile, por personajes que, poco a poco, se fueron haciendo celebres en los pueblos, las comarcas, las provincias; que habían nacido con el don de una potente voz que no necesitaba de otro tipo de ayuda para abarcar un gran escenario con su canto. Seguramente, cada uno de los que llegue esta tesis irán trayendo a su memoria el nombre de personajes que les deleitaron con su melodiosa voz, con el sólo recurso de la fuerza de sus pulmones y su potente voz, que le hicieron marco al conjunto típico vallenato.

Yo, por ejemplo, recuerdo los nombres de Cristóbal Balcázar, que acompañó a su padre Emiliano Zuleta Baquero, Quilson Bermúdez, en El Paso, que acompañaba a Náfer Durán; Modesto Vides en La Jagua de Ibirico, Kamal Mohales, que acompañaba a Fredy Molina, Milcíades Castañez en Chiriguaná, Alcides Peinado en La Loma, entre otros. Seguramente, este debió ser la extracción de Alberto Fernández, Isaac “Tijito” Carrillo, Armando Moscote, Julio Daza, Daniel Celedón, Oswaldo Rojano, Arturo Durán, Miguel Mora, Carlos Lleras Araújo, “Poncho” Pérez, Gustavo Bula, Luis Carlos “Papi” Daza, Fredy Peralta, Reinaldo “Papi” Díaz, Ivo Díaz, Eduardo “Yayo” Ferias, Iván Villazón, “Poncho” Zuleta, Jorge Oñate, Diomedes Díaz, Beto Zabaleta, Silvio Brito, entre otros.

No olvidemos que, en la historia de la humanidad, todo detalle cuenta para su desarrollo y que, también, la cultura es un edificio que se va construyendo peldaño a peldaño y que toda torre necesita de unas bases para sostenerse. Por esto, debemos agradecer a todos los que, de una manera u otra en cualquier lugar del mundo anónimos o famosos, han contribuido a edificar los más representativo de nuestra cultura vallenata, entre otros a los que solo contaron con los recursos conque los dotó la naturaleza humana. Algunos de los cuales no trascendieron, más allá de la tecnología, así como otros que surgieron ayudados por la era del micrófono. Nada nace de la noche a la mañana.

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