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Así tergiversaron los acuerdos de paz en Colombia

Así tergiversaron los acuerdos de paz en Colombia.

Por: Yann Basset*

Con un 50,2% de los votos válidos a favor del NO, los colombianos rechazaron el 2 de octubre de 2016, por plebiscito, los Acuerdos de Paz que el Gobierno había negociado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El resultado fue sorpresivo para los muchos observadores nacionales e internacionales que consideraban el voto «por la paz» como la opción obvia.

Con la excepción del partido Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe, todos los partidos y la gran mayoría de las personalidades políticas del país habían tomado posición a favor del Acuerdo. Gozaba también de un apoyo amplio entre los «líderes de opinión» de los medios de comunicación, la academia y el mundo cultural. Finalmente, las encuestas de opinión, auguraban una victoria confortable del SÍ (Semana, 2016, septiembre 27).

Todos estos elementos contribuyeron a nutrir un clima de optimismo sobre el Acuerdo que explica que el resultado haya sido inesperado. A todas luces, los partidarios del Acuerdo confiaron en un clima aparentemente favorable, pero desconectado del país real y de sus preocupaciones. No anticiparon las reticencias, cuando no la indignación que suscitaron ciertas concesiones que los Acuerdos preveían en materia de justicia transicional, de participación política o de reinserción para una guerrilla altamente impopular. Este fracaso ha suscitado una reflexión sobre las causas de la derrota que no ha concluido. De hecho, los esfuerzos en este sentido han sido opacados por polémicas mediáticas que no han permitido que el debate se dé en forma adecuada.

El 4 de octubre de 2016, el gerente de la campaña del NO del Centro Democrático, Juan Carlos Vélez, dio al periódico La República una entrevista en la cual revelaba que su estrategia había consistido en alentar la inconformidad de los electores propagando interpretaciones tergiversadas del contenido de los Acuerdos, pensadas en función de públicos específicos (Ramírez, 2016, octubre 4). Estas declaraciones incendiaron una polémica pública que resultó en la salida de Juan Carlos Vélez del partido.

Difundieron la interpretación según la cual la victoria del NO había sido conseguida a base de mentiras. Acertada o no, esta aseveración no contribuyó a profundizar sobre el sentido del voto NO en las urnas. En el mismo sentido, se popularizó en las redes sociales la tesis de que la victoria del NO se debió a la movilización de las iglesias cristianas que venían de un proceso de movimiento social en contra del Gobierno por la difusión de una cartilla del Ministerio de Educación Nacional que buscaba promover la tolerancia hacia orientaciones sexuales diversas y que, según varias de ellas, promovía una «ideología de género» que ponía en peligro la «familia tradicional» (León y Vélez, 2016, agosto 11).

Estas explicaciones, si parten de hechos relevantes que probablemente tuvieron algún impacto en el resultado del escrutinio, no permitieron que se discutieran análisis más profundos y ponderados al respecto de la victoria del NO. Es lo que se propone en este artículo con base en una metodología de análisis territorial. En particular, se examinarán sucesivamente las dos hipótesis que se desprenden de las polémicas mencionadas anteriormente: a) la victoria del NO fue una victoria electoral del uribismo; y b) la victoria del NO se explica por el voto cristiano.

La incapacidad de las encuestas para anticipar el resultado sugiere en efecto un muestreo inadecuado que tendió a sobreestimar la opinión urbana y de los estratos superiores de la misma. La gran mayoría de las encuestas se fundamentan en muestras focalizadas en las mayores capitales y, en el mejor de los casos, de algunas pocas ciudades intermedias. Esto resulta profundamente inadecuado para entender la opinión cuando se refiere al conflicto colombiano. En verdad, resulta sorprendente que se haya confiado en sus resultados mientras se repetía a lo largo del proceso de negociación que la paz se jugaba «en los territorios».

Se ha vuelto un lugar común decir que la dimensión territorial es esencial para la comprensión del conflicto colombiano. Esta tesis ha sido ilustrada convincentemente en perspectiva histórica por Fernán González (2014) y su equipo, entre otros. Por su parte, en una versión más sincrónica, los estudios del Centro de Recursos para el Análisis del Conflicto (Cerac) muestran también la importancia de las dinámicas locales de la violencia (Vásquez, Vargas y Restrepo, 2011). Es por eso que los comportamientos electorales de cara al plebiscito solo cobran sentido teniendo en cuenta la perspectiva territorial y por lo que se propone aquí llevar a cabo el análisis electoral de los resultados usando una perspectiva ecológica, a través de la cartografía analítica.

En palabras sencillas, los resultados sugieren que existió un voto a favor del NO que va más allá del uribismo y que corresponde al electorado de muchas ciudades intermedias y de sectores populares de las grandes urbes. Para ellos, el discurso de «la paz» no se compaginó con preocupaciones más inmediatas que sintieron que se dejaron de lado al estar el tema de la paz acaparando el debate público.

El análisis territorial permite descartar algunas explicaciones y sugerir nuevas hipótesis sobre la victoria del No. En cuanto a los factores que merecen ser matizados, está el del voto cristiano como elemento decisivo en la victoria del NO. En cambio, la coincidencia entre el voto NO y el uribismo es innegable, y el gobierno no se equivocó, por tanto, al negociar el nuevo acuerdo con los líderes de esta corriente política.

Por lo anterior, fue fundamental la aparición de un voto NO no identificado con el uribismo en ciudades intermediarias, en la periferia de las grandes urbes y entre sus sectores populares. Aquí se hizo probablemente sentir la falta de esfuerzo de la campaña del SÍ, pero posiblemente también unos temores que el Gobierno no supo anticipar. Muy probablemente, los habitantes de estos espacios sintieron que la atención del Gobierno se centraría exclusivamente sobre las zonas directamente afectadas por el conflicto y que, por tanto, iban a ser, de algún modo, los olvidados de la paz, a pesar de sufrir muchos efectos colaterales del conflicto.

El último punto en ser pactado en La Habana fue el tema de la transición hacia la paz y la desmovilización, que supuso la aprobación por parte del Gobierno de fondos sustanciales para la reinserción de los guerrilleros, su formación, su acceso a diversos beneficios sociales, el financiamiento del partido político que crearían, entre otros (Lewin, 2016, agosto 24). Estos anuncios, al ser los últimos publicados, dominaron la campaña.

Como era de esperar, generaron la indignación de los opositores a los Acuerdos que argumentaban que no solo los guerrilleros no recibirían el castigo que merecían por sus crímenes, sino que además iban a recibir muchos beneficios y prebendas financiados con dineros públicos. Esto pudo contribuir a reforzar los temores de ser abandonados por los poderes públicos. Aunque está fuera del alcance de este artículo, sería muy útil poder efectuar en el porvenir un trabajo de terreno en los territorios donde se manifestó este NO no uribista, con entrevistas a profundidad y grupos focales que permitieran entender mejor sus motivaciones. Mientras tanto, si las hipótesis son correctas, significa que mal se haría en atribuir la victoria del NO a brotes de irracionalismo o a la influencia nefasta de una campaña engañosa.

* Basset, Yann. (2018). Claves del rechazo del plebiscito para la paz en Colombia. Estudios Políticos (Universidad de Antioquia), 52, pp. 241-265. http:// doi.org/10.17533/udea.espo.n52a12

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