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Los congresistas mandan en Colombia

Los congresistas mandan en Colombia.

Por: Juan Cataño Bracho

Para desvirtuar el que se me pueda tildar de izquierdista, como sucede con todo el que protesta y dice la verdad en este país, aclaro que soy, ante todo, Periodista, Licenciado en Filosofía (filosofo) y cristiano-católico con lo que quiero demostrar que mi compromiso siempre ha sido con la verdad, la razón, la justicia y la paz.

Debo reconocer que, personalmente, le debo más a la derecha que a la izquierda, porque han sido aquellos quienes, para bien o para mal, edificaron el país que ahora tenemos y del cual todos dependimos. A pesar de esto, no creo que me falte idoneidad para expresar mis creencias sobre la forma como se ha configurado el Estado colombiano.

Si de política se trata siempre he sido de filosofía liberal, por principios, más que por trapo rojo. Eso sí, considero que no hay sistema político totalmente malo ni totalmente bueno y que, en política, cuando se trata de servir, ser democrático y justos, conviene más ser ecléctico. También considero, pues lo aprendí de Aristóteles, que “la Democracia es el menos malo de los sistemas políticos”.

Durante mis más de 60 años de vida, he podido acumular conocimiento sobre la fuente de la concentración de los poderes en Colombia, un país en donde el “concurso de méritos” es reciente y, por lo tanto, fueron los políticos los que detentaron, siempre, el poder para elegir, decidir, tener, acumular y usar, todo tipo de recursos. Por esto puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que han sido los políticos, principalmente los congresistas, quienes han elegido, decidido, obtenido, acumulado y usado las fuentes de poder y de recursos (económicos, políticos, legislativos, ejecutivos, comunicativos) y sobre todos los recursos de producción, entre ellos los de comunicación.

Con seguridad que, por el modelo económico sobre el que está inspirado el Estado colombiano (Capitalismo), no ha habido oportunidad de desarrollo, progreso, control, negocio y de enriquecimiento que no hayan aprovechado los congresistas; pues son ellos los que han tenido, en primera instancia la oportunidad de repartir los bienes de la patria. A través de, muchos hemos participado de ese poder a través de los beneficios que nos ha dispensado la burocracia, el clientelismo o el nepotismo. Las evidencias abundan y mi abuela me enseñó en versos que: “el que parte y recómparte, y si al partir tiene tino, siempre toca de continuo para sí la mejor parte”. Esto es más entendible si reconocemos que la sociedad colombiana es piramidal.

Antes de que aparecieran los “concursos de méritos”, las ofertas o las licitaciones, entre otras, que siguen siendo un sofisma de distracción y en donde la democracia no opera; eran los políticos (los congresistas) los que decidían quien tenía derecho a poseer la tierra, a ser presidente, a ser gobernador, a ser juez o magistrado, a ser gerente, director y, ni se diga, senador, representante, diputado, concejal, etc. Ellos mismos decidían, o siguen decidiendo, sobre la conformación de las Juntas Directivas, hasta de las acciones comunales. Amos y señores de todos los poderes, los famosos padres de la patria.

Por lo anterior, no hay, casi, quien no les deba un favor; a menos que fuera un campesino, de esos que decían “yo no tengo que ver con política”. Ellos son los que se han llamado de derecha, porque los que no tenían poder para decidir y que se hicieron inconformes tuvieron que irse al monte a protestar a través de las armas, los guerrilleros que tuvieron ideología y pelearon contra el Estado, por lo menos hasta la existencia del M19, del que hicieron parte eminentes intelectuales. Ellos creyeron, al parecer inútilmente, que por las armas iban a acceder al poder. Así como, más tarde, los otros, las utilizaron para conservarlo. Estos bandos, al parecer de distintas ideologías, tienen en común haberle aportado su grado de guerra e injusticia a la historia de la patria que se ha edificado a través de variadas formas de violencia.    

Por todo lo argumentado, son los mismos políticos, específicamente los congresistas, los que han controlado el poder, desde todas las instancias del Estado colombiano. Pero más contundente aun es decir que quienes tienen el poder son los dueños de los medios de producción (la tierra, los recursos naturales), los dueños de los votos, los dueños de los medios de comunicación, etc.; que son los mismos que utilizaron su poder político para concentrar el poder y manejar el país a su antojo.

Por eso, ahora, que aquellos que diseñaron el país que tenemos, a su antojo y del que muchos nos beneficiamos personalmente, han quedado del otro lado del nuevo ejecutivo, están usando el poder que acumularon sobre del “Estado”, para impedir que se diseñe un país distinto al de la medida de sus intereses, entramado del cual hacemos parte los periodistas por ser trabajadores de los medios de comunicación social al que, hasta un tiempo, solo se podía acceder por decisión de la alta jerarquía del “Estado. Y les ha quedado fácil, porque los funcionarios, aparentemente, al servicio del “Estado” (magistrados, jueces, procurador, fiscal, contralor, director, etc.,) les “pertenecen” y, por ende, le obedecen.

Tampoco podrían, muchos de los enemigos del viejo sistema, entre ellos muchos docentes, por ejemplo, negarse a obedecerle al que les nombró en la actividad de la cual, muchos, se han pensionado. Por lo tanto, también hay que entender a los que se resisten al cambio de sistema. Bien lo decía la vieja cantadora: “si porque te quiero quieres que yo te entregue mi vida, eso es lo que yo no hago: morir para que otro viva.

Por lo anterior, mientras no se estructure una nueva concepción de Estado no será posible el cambio de estilo y de gobierno, al que aspiran los que no están de acuerdo con el actual sistema, porque aún no han sido reemplazadas las bases, entre ellos la gran mayoría de congresistas, que sostienen el Estado que nos gobierna y del cual participan personajes que hemos ayudado a elegir y que en cada nueva elección sostenemos. En Democracia el poder lo dan los votos y ¿Qué hacemos si los actuales congresistas se dan “la pela” por sus votos?

Nada han ganado los enemigos del actual sistema con cambiar al Presidente, sino cambian el Congreso y con ellos a quienes ejercen de “funcionarios públicos”, sobre todo, para bien o para mal, empleados de “carrera administrativa” que vienen del sistema que se intenta cambiar, en un país, irrefutablemente, desigual y del que yo también me he beneficiado y, como parte interesada, preferiría que no cambiara pero solo pretenderlo es egoísta, pues como Cristiano debo proclamar “A cada uno le parece correcto su proceder, pero el Señor juzga los corazones (Proverbios 21:2). Eso sí, mientras he buscado mí bienestar y el de mí familia, jamás he incidido para que lo demás no obtengan lo necesario.   

Entiendo que los intentos, de los unos para tratar de justificar “el cambio”, con su interés de invertir la pirámide intentando demostrar que todo lo actuado fue un error y de los otros, desde su zona de confort, con la estrategia de desvirtuar, tergiversar, contrariar, desinformar y tratando de manipular las decisiones del ejecutivo de turno; no son sino formas de defender las posiciones de poder o de conservar los privilegios, con lo cual se da la sensación de que el concepto de Democracia, del que, tal vez, no hemos disfrutado plenamente en éste país, está siendo manipulado; en aras de controlar el poder, los unos y los otros.

Como periodista, con 40 años tratando de defender la Objetividad como la antorcha del “Que no está movido o motivado por intereses, ideas o sentimientos personales”; como cristiano que le teme a la ira de Dios, para quien “La persona justa elige cumplir los mandamientos de Dios, se arrepiente cuando falla, y sigue intentándolo”, y como filosofo para el que “la razón no le pertenece a quien la pretende si no al que la tiene”; no soy capaz de contrariar la verdad, aunque admito que algunas veces la he ocultado. Por lo anterior, desde cuando empecé a estructurar mis convicciones supe lo dañino que resultaría ser, para la democracia y la justicia, la concentración de los poderes.

En la circunstancia actual de mezquindad y egoísmo, como bases de la desigualdad y la injusticia ¡Dios quiera y concertemos para no tener que abocarnos a una guerra civil y después que dialoguen los que queden vivos, porque, en la guerra, todos estamos en peligro!     

En que tiene que ver con mis intereses personales, con este artículo, no pretendo cambiar nada, ni defender ninguna ideología porque, aunque he disfrutado de un mínimo de bienestar, acorde a mis pretensiones, yo me siento bien así. Pero, hora que Jesucristo está llegando a mi corazón, mi objetivo no va más allá de mostrar la visión de Estado que he acumulado. Creo firmemente en el aparte de la palabra que afirma que: “No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra” (Gálatas 6:7).

No soy de los que creen que, si estoy bien, todo está bien; o que todo está mal, si yo estoy mal. Le temo al riesgo a que nos somete la desigualdad y la injusticia, hasta el extremo de tenernos sumergidos en una guerra permanente, en la que todos, sin que importe la ideología de izquierda o de derecha, estamos en peligro.

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