Uno de los desafíos más perniciosos de la alta desigualdad es la forma en que concentra el poder. El análisis del capítulo 2 basado en la encuesta de percepciones de Latinobarómetro, realizada para este informe, señala que la inmensa mayoría en la región piensa que su país está gobernado por unos pocos grupos poderosos que defienden sus intereses en lugar del bien común.
También muestra que, en promedio, alrededor de una cuarta parte de los encuestados considera a las grandes empresas como el grupo poderoso más influyente, con un porcentaje que oscila entre el 5 por ciento (Venezuela) y el 48 por ciento (Chile). En los países en los que las grandes empresas son percibidas como muy influyentes, se considera al gobierno como menos poderoso (y viceversa).
Este capítulo explora los canales a través de los cuales la concentración de poder en el mercado contribuye a la alta desigualdad y a una dinámica de productividad mediocre en la región. Reconoce al poder de monopolio y al poder político empresarial como dos caras de la misma moneda, porque las rentas de monopolio se traducen en poder político que, a su vez, aumenta el poder de monopolio, creando así un círculo vicioso.
El poder político empresarial distorsiona las políticas y debilita las instituciones. Este capítulo se centra en la forma en que distorsiona la política en las esferas del mercado y de los sistemas de redistribución fiscal. No pretende presentar una revisión exhaustiva de todas las áreas de la política pública que pueden ser distorsionadas por el poder político empresarial. Asimismo, se centra en los tipos de élites de ALC que tienen una influencia particular en estas esferas, destacando el rol de las grandes empresas y los sindicatos como agentes del mercado.
Sin embargo, hay, por supuesto, otros tipos de élites relevantes que concentran poder que están determinando activamente la trayectoria del desarrollo en la región, con consecuencias para el crecimiento y la igualdad. Por ejemplo, el poder de las figuras militares ha incrementado en muchos países.
Tomar en serio el papel de las élites es una necesidad si se quieren contemplar rutas viables para escapar de esta trampa. No es la primera vez que se dice esto. El Informe sobre el desarrollo mundial de 2006, dedicado a explicar la relación entre la desigualdad y el crecimiento, apunta hacia la cooptación del poder económico y político por parte de las élites como la razón principal por la que algunos países crecen a un ritmo más.
Este capítulo retoma esta idea y argumenta que la concentración de poder en manos de unos pocos es uno de los factores que sostienen tanto la alta desigualdad como el bajo crecimiento en la región, y que debe ser abordado para avanzar. Si se enfrentan estas profundas desigualdades de poder tan comunes en muchos países de ALC, la región podría sostener una economía de mercado próspera y más inclusiva, en la que el sector privado encuentre oportunidades para la empresarialidad, el Estado consiga mantener el imperio de la ley y proporcionar bienes públicos y los ciudadanos tengan la libertad para perseguir una vida que puedan valorar.
El poder de la gran empresa: poder de monopolio e influencia política
En la economía, el concepto de poder de mercado se refiere a la capacidad de una empresa de fijar su precio por encima del que esa misma empresa habría cobrado si estuviera en un mercado plenamente competitivo. Dicho de otra forma, cuanto más poder de mercado tenga una empresa, más libertad tiene para aumentar sus precios.
Existe una relación estrecha entre el número de empresas en un mercado y el grado en que pueden ejercer poder de mercado. Esto, porque la competencia controla el aumento de los precios. Aunque la mayoría de las empresas operan con cierto grado de poder de mercado, solo los monopolistas que no enfrentan amenaza de la competencia y, por tanto, ejercen el mayor poder de mercado posible -poder
de monopolio- y aquellas empresas que están cerca a ellos en el continuo del poder de mercado son motivo de preocupación para la sociedad.
La literatura de la organización industrial, un campo de estudio de la economía, señala tres canales a través de los cuales los monopolios reducen el bienestar y contribuyen a la alta desigualdad y al bajo crecimiento de la productividad.
En primer lugar, el poder de monopolio reduce el bienestaral hacer que los consumidores paguen precios más altos por los bienes y servicios. Contribuye a crear sociedades más desiguales porque perjudica a las personas de forma diferente según su posición en la distribución del ingreso5. Los precios de monopolio sobre los bienes y servicios esenciales perjudican más a los pobres que a los ricos, porque representan una mayor proporción.
Los hogares más adinerados pueden a menudo salir del mercado local si está monopolizado y obtener bienes y servicios en mercados extranjeros más competitivos. Esto no sucede en el caso de los hogares más pobres.
Una situación similar ocurre en los mercados en los que un único comprador o pocos compradores tienen poder de monopsonio: los proveedores más pobres de insumos o los trabajadores más pobres son frecuentemente los más perjudicados. Bajo precios de monopolio, la pérdida de bienestar para la sociedad es la más alta posible.
No obstante, cualquier precio por encima del que surgiría en condiciones de competencia redistribuye los recursos desde los consumidores hacia los propietarios de las empresas, al tiempo que reduce el bienestar general. En comparación con el monopolio, la competencia no sólo aumenta el bienestar, sino que también favorece a los consumidores más que a las empresas. Las empresas siempre obtienen mejores resultados si pueden cobrar precios más altos. Por lo mismo, las empresas y los consumidores con frecuencia se ubican en lados opuestos con respecto a sus posturas sobre la conveniencia de la competencia.
Las empresas suelen ejercer presión a través del lobby para que se adopten políticas que reduzcan la presión competitiva, incluido el mantenimiento de una institucionalidad antimonopolio débil. El efecto
negativo del poder de monopolio puede ser subestimado si las empresas que lo ejercen desvían recursos de usos productivos hacia comportamientos de búsqueda de rentas, utilizando su influencia política y su poder de lobby para mantenerlo o aumentarlo, distorsionando el curso de las políticas en beneficio propio.
Cuando la gente de la región identifica a las grandes empresas como el grupo más poderoso en
sus países, probablemente se refiere a este tipo de comportamientos. Este capítulo explora esta expresión del poder empresarial.
En segundo lugar, puede haber una pérdida adicional de bienestar si, bajo monopolio, la empresa opera a un costo superior al que operaría bajo competencia, es decir, si el monopolista –o cualquier empresa con sustancial poder de mercado– decide no utilizar la tecnología más eficiente disponible. La evidencia empírica sobre el alcance y la frecuencia con la que esto ocurre es mixta. Esto puede suponer un costo aún mayor para la sociedad a través de su potencial impacto sobre el crecimiento de la productividad.
Hay dos razones posibles para que una empresa con poder de monopolio elija una tecnología ineficiente. La primera está relacionada con menores incentivos para el esfuerzo gerencial en ausencia de competencia. Esto ocurre cuando las decisiones de inversión son tomadas por directivos que no tienen los incentivos adecuados para elegir las tecnologías más eficientes. En ese caso, la falta de presión competitiva puede dar lugar a elecciones equivocadas.
La segunda razón está relacionada con la ausencia de selección inducida por la competencia. La competencia obliga a las empresas menos eficientes a salir del mercado, mientras que las más eficientes
sobreviven. En su ausencia, las primeras sobreviven. Bajo este razonamiento, la competencia aumenta la productividad mediante la entrada y salida de firmas: la mayor participación de las empresas más productivas en la producción total explica el aumento de la productividad. Un conjunto de trabajos empíricos confirma el papel de la competencia en la selección de las empresas más eficientes y el incremento de la eficiencia productiva.
En tercer lugar, un monopolio no amenazado tiene menos incentivos para innovar. La literatura muestra, no obstante, que, en lo que respecta a la innovación, niveles muy altos de competencia pueden ser tan indeseables como los monopolios. La competencia empuja a las empresas a invertir e innovar para mejorar su posición frente a sus rivales, y su ausencia reduce los incentivos a hacerlo.
Pero un exceso de competencia reduce la capacidad de las empresas para obtener beneficios de
sus inversiones, lo que reduce, a su vez, sus incentivos para invertir e innovar. Por lo tanto, cierto grado de poder de mercado es deseable para promover la inversión en innovación y el crecimiento económico.
Fuente: https://www.undp.org/sites/g/files/zskgke326/files/migration/latinamerica/undp-rblac-IRDH-PNUD_C03-ES.pdf