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Al humilde lo enaltece Dios

Por: Juan Cataño Bracho

El pasado 21 de diciembre de 2022 asistimos a la dolorosa despedida de nuestra madre, Olga Sofía Bracho Urbina, la última de la familia Brachio Urbina, oriunda de Los Haticos, corregimiento de San Juan del Cesar, La Guajira, que quedaba con vida, quien después de peregrinar por este mundo durante 94 años (1928 – 2022) partió al Cielo. Era hija de Juan Bautista Bracho y Rosalía Urbina, hermana de Donatila, Mariana, Armando, Josefita, Miguel y Juan. Esposa de Antonio Francisco Cataño Mendoza

Como hijos, en medio de nuestra tristeza, cavilábamos sobre la calidad de hijos que habíamos sido con ella, ante la consideración de la inefable labor que como madre cumplió, en donde como Juan el Bautista, que disminuyó para que Jesús aumentara, Ella disminuyó para que sus hijos creciéramos, tal vez, no a la altura que Ella esperaba, pero con el convencimiento que tampoco le dimos grandes dolores de cabeza, a pesar de las circunstancias a que nos aboca la vida.  

Somos conscientes de que nada puede pagar su amor, esfuerzo y dedicación. A pesar de saberla humilde, el saber que ya nada es posible para demostrar amor y gratitud hacía más grande nuestra angustia, pero como “Bueno y justo es el Señor; por eso les muestra a los pecadores el camino. Él dirige en la justicia a los humildes, y les enseña su camino (Salmo 25:8-9). Al fracaso lo precede la soberbia humana; a los honores los precede la humildad” (Proverbios 18:12); la Iglesia, a través de sus distintas realidades, reunidas en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Chiriguaná, nos dieron el consuelo de hacerle un homenaje a nuestra madre, como miembros del Reino de Dios, ante quien nuestra madre siempre dobló rodilla por nuestro bienestar.

Encabezados por el Presbítero Manuel de Jesús Jiménez Guerra, el Presidente de la Hermandad de San José y la Virgen de la Medalla Milagrosa, Yesid Guillermo Pallares, y la Secretaria, Tulia Toscano de Peña; lamentaron su fallecimiento y dieron “gracias por su vida, su testimonio, servicio y amor a la iglesia”.

Al mismo tiempo las Pequeñas Comunidades de ésta Parroquia, entre ellas Auxiliadora Caro, nos expresaron que: “Las Pequeñas Comunidades y los sacerdotes de la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Chiriguaná, lamentan profundamente el fallecimiento de nuestra hermana en retiro por enfermedad, Olga Sofía Bracho Urbina, damos gracias a Dios por su ejemplo, quien evangelizó con la palabra y con testimonio, mujer de fe, que con la oración consiguió que su familia amara a Dios y le sirviera con alegría, por su amor a la Iglesia y a los hermanos. Ella reflejó en su vida, el amor de Dios y fue testigo del mismo en su diario vivir.   

A lo largo de su vida fue una misionera incansable, evangelizando en los sectores, quien por sus quebrantos de salud se ausentó de la Iglesia, pero, también, a través de su enfermedad vivió los padecimientos de Nuestro Señor Jesucristo”.   

Con ello, nos hicieron sentir que, para la Iglesia, nuestra MADRE, ama de casa integral, también, fue un ser que gozó del privilegio de ser reconocida como un buen ser humano y respetuosa de la ley de Dios.     

Sobra decir que, como toda madre para sus hijos, para nosotros, nuestra Madre fue la mejor madre del mundo, a pesar de su humildad e intrascendencia para el resto de la sociedad y de que nunca pretendió premio distinto a que estuviéramos bien, la presencia de Dios, entre nosotros, hizo más llevadero nuestro dolor y aumenta nuestra gratitud con la Institución que sabemos es la más importante de la sociedad moral.

Aunque nunca hemos pretendido que nuestros padres, humildes campesinos comunes y corrientes, sean reconocidos como héroes de la patria, nos consuela saber que, más allá de nuestro amor de hijos y familiares, alguien más reconoce que la vida de ellos valió la pena, sobre todo en ésta sociedad chiriguanera de la que nos sentimos deudores por tanto afecto y compañía, con la que siempre hemos contado para reducir nuestro dolor a la mitad y con quien hemos multiplicado nuestras alegrías.

Damos a esta parroquia, miembro de la Diócesis de Valledupar, nuestros agradecimientos por su compañía y solidaridad y por recordarnos que, solo, a través del servicio y el amor a Dios se puede llegar al Cielo, al unísono con el poeta que exclamó: “Baja y sube volando, al cielo de tu consuelo, porque para llegar al Cielo, se sube siempre bajando”.

Las familias: Cataño Bracho, Cataño Fandiño, Calderón Cataño, Aránzazu Cataño y Bracho Urbina, agradecemos la compañía de todos, porque sólo aspiramos, con nuestra humildad, ganar el Cielo, ya que no tenemos recursos para comprar “amigos” y aplausos.

Sentimos los abrazos de todos los que con sinceros sentimientos se nos acercaron o nos los hicieron sentir, por cualquier medio, y esperamos que sus deseos y oraciones nos acompañen a soportar nuestras penas y a nuestra Madre a alcanzar, cuanto antes, el descanso eterno.                

Mis hermanos: Miguel Antonio, Armando José, María Rosa, Olga Cecilia, Mary Sol y Yo. Sus 09 nietos: Juan Carlos, María Paola, Juan Camilo Cataño Baute, Olga Cecilia y Armando Cataño Fandiño, Martín José y Shirly Aránzazu Cataño, Margarita y Santiago Calderón Cataño; y su biznieto, Martín Andrés Aránzazu Porto, sus yernas: Luisa Baute Hernández y Cecicilia Fandiño, sus yernos: Gustavo Calderón y José Aránzazu; “Nos humillamos delante de Ti Señor, reconocemos que sin Ti no somos nada, glorifícate en nuestras vidas, llénanos de tu Poder, danos de tu gracia, en el nombre de Jesús”. Amen

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