Por: Juan Cataño Bracho
“Cuando la Conciencia, ese poderosos ojo del alma, llama al mal bien y al bien mal, camina ya hacia la degradación más inquietante y hacia la más tenebrosa cegeura moral” (Juan Pablo II).
Si hay algo que necesita Colombia para alcanzar la paz, después de tantos intentos por conseguirla, es auto revisión de las conductas individuales para encontrar en cada uno de nosotros el detonante individual a la situación de violencia que nos atormenta, porque existen diversas formas de atizar la violencia.
Colombia parece ser de esos territorios donde el principio ético socrático “conócete a ti mismo”, el cual propone que “el hombre vuelva la mirada sobre sí mismo en un intento por desentrañar el sentido de su ser, esforzándose por crear una imagen de sí, que le permita comprender la situación multifacética en que se mueve, como también afrontar con éxito la realidad histórica en que se encuentra”, no ha tenido asidero.
“Los hombres se revelan en su cotidianidad malvados, veleidosos, propensos a la simulación y al disimulo, temerosos del peligro; ansiosos de ganancias que olvidan más rápido la muerte del padre que la perdida de la herencia”.
Algunos tipos de conductas antisociales que por lo individualistas no son tenidos como tales y que nosotros mismos no reconocemos como tal, por aquello de que “ninguno está obligado a declarar en su contra”;pero que son ampliamente conocidas y contrarias a la ética y moral ciudadana:
Antisocial es el abogado que manipula los códigos de las leyes para enredar los pleitos o desenredarlos, según los intereses de sus clientes.
Antisociales son los gobernantes que hacen modificar las leyes, ordenanzas o acuerdos para hacerlos adecuados a sus circunstancias. Usando los atributos del águila y la serpiente: el orgullo, la garra, la rapacidad y la astucia.
Antisocial es el político que utiliza la demagogia para alcanzar el poder y que después de logrado el objetivo individual se olvida de las obligaciones que adquirió con los persuadidos.
Antisocial es el profesor que presiona a sus estudiantes con las notas para satisfacer sus apetitos sexuales, porque parece ser que “no es la razón la que establece los valores, sino la fuerza, la animalidad; es el cuerpo en acción y el pensamiento es sólo instrumento de esa animalidad”.
Antisocial es el taxista que se vale de la circunstancias para obtener ganancias derivadas del desconocimiento del usuario.
Antisocial es el médico que no atiende la paciente hasta cuando no haya asegurado la garantía de quien le va a pagar la cuenta.
Antisocial es el patrono que se rehúsa pagarle al empleado el precio justo por su trabajo y que además le degrada y discrimina.
Antisocial es el gobernante que aprovechándose de su investidura toma para sí lo que por derecho es de todos y termina “sumergido en el abismo de las pasiones y en el fango del desgarrado mundo de la cotidianidad”.
Antisocial es el periodista o el locutor que vende la noticia, haciendo de la verdad una cuestión relativa y de la mentira una ocasión de ganancia.
Antisocial es aquel que aprovechándose de su poder de decisión, decide en contra de la patria para aumentar su patrimonio personal.
Parece ser que “el hombre es un ser naturalmente malo, sujeto a las pasiones y dispuesto a satisfacer sus apetitos insaciables”.
Antisocial es aquel que paga favores políticos con el patrimonio común y que por su soberbia condena a la patria a pagar indemnizaciones simplemente por vengarse de los que en su rebeldía considera enemigos sin consultar la razón.
Antisocial es aquel que aparenta se pacífico pero que con sus acciones atiza la violencia.
Antisocial es aquel que dice amar a Dios pero le engaña sacrificando y sometiendo al prójimo.
Antisocial es el envidioso que hace de la desgracia ajena la única razón de su dicha.
Antisocial es aquel policía que reprime al delincuente por apariencias del servicio pero después comparte con él el producto de sus fechorías.
Antisocial es aquel que sin haber cumplido humildemente con sus obligaciones reclama airadamente sus “derechos”.
Antisocial es aquel miembro de la rama judicial que interviene para sesgar la “justicia”, según se lo ordena su mentor.
Antisocial es aquel que le quita a sus recomendados políticos porcentajes de sus sueldos, y que acosa sexualmente a las mujeres ajenas, por mantenerlos en el puesto o ascenderlos.
Antisocial es ese miembro de los organismos públicos que creen haber cumplido con su deber respondiendo a lista y reclamando burocracia.
Antisocial es el tendero que cifra sus ganancias en el descontrol de la pesa, condenando al comprador a pagar lo justo por su atropello.
Antisocial es aquel terrateniente que poseyendo cantidades abismales de tierra quiere conseguir por métodos terroristas la pequeña parcela del labrador. El “nuestro” es un país en donde el que tiene la tierra tiene el poder.
Antisocial es aquel que cobra prebendas por cumplir con su deber y antisocial es también…
“El hombre de hoy es un hombre mediocre, un hombre astuto que hace de la mentira una ocasión de ganancia, que hace de los demás un medio de explotación y chantaje”.
Los frutos del Espíritu Santo son doce: Caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia, y castidad.
Sin principios éticos, el hombre es el peor de los animales”. (Política I, 1, 1253ª-b).