Un grupo de Ingenieros Agrónomos egresados de la Universidad del Tolima en el año 1973, segundo semestre, le enviaron una carta al presidente Duque sin pretensión política, ánimo de lucro, protagonismo o crítica destructiva; en donde le manifietsan lo siguinte:
Creemos que el sector agropecuario nacional se encuentra en cuidados intensivos desde finales del siglo XX, cuando la Apertura Económica basada en Tratados de libre Comercio, generó incuestionables efectos negativos para el sector al disminuir su participación en el PIB en más de un 40%.
El desarrollo institucional establecido en las décadas del 60 y 70 con la creación de Organizaciones gubernamentales como el IDEMA, INCORA, INDERENA EL ICA, CAJA AGRARIA entre otras, permitió un avance tecnológico y socioeconómico de alto nivel que se tradujo en elevados rendimientos para los cultivos y excelentes condiciones de vida para los empresarios agrícolas, asistentes técnicos y trabajadores del campo. El modelo de desarrollo agrícola integraba planeación, investigación, extensión agrícola, comercialización y mejoramiento de las condiciones productivas y vida, con créditos de fomento, instituciones educativas, vías, electrificación y acueductos rurales, entre otros.
Pero en los últimos 15 años del siglo XX, simultaneo al establecimiento de los TLC, las instituciones se fueron degradando de manera continuada con el paso de los gobiernos hasta llegar a la total desarticulación y pérdida de sus objetivos. Para paliar esta situación, las instituciones se substituyeron por empresas de economía mixta, como las corporaciones de abastos y las asociaciones de productores, financiadas con los fondos parafiscales, sin capacidad para generar los desarrollos tecnológico y socioeconómico indispensables para la optimización socioeconómica de la producción agrícola.
Al final, en lugar de proponer una reforma agraria estructurada para el beneficio de los millones de campesinos sin tierra, hoy se cuenta con una mayor concentración de la tierra en menos manos, la investigación agraria anda encerrada y encajonada en unos pocos centros aislados de los productores y la extensión agrícola desapareció por la actual estructura politiquera de UMATAS y Secretarías de Agricultura Departamentales.
Lo anterior se tradujo en bajos rendimientos técnicos y eficiencia económica del sector y vemos como los únicos cultivos semestrales, que sobreviven hoy presas de muchos ataques bajo la amenaza de importaciones y contrabando, son el arroz y la papa; y que desaparecieron la soya, algodón, sorgo, ajonjolí, maní, frijol cebada y trigo, como se aprecia en la gráfica en un ejemplo que se relaciona. Y como no comentar la situación del maíz, el que se encuentra en cuidados intensivos, al producir menos del 30% de lo que se consume por no poder competir con el producto importado de tercera o cuarta categoría en calidad, producido con enormes subsidios de sus países de origen y; no menos catastrófica la situación acaecida por los productores de papa hace muy poco tiempo, obligados por física quiebra por bajos precios a lanzarse a las carreteras, como los miserables de las ciudades en los semáforos, a mendigar unas pocas monedas para poder sobrevivir.
Lo relacionado se convirtió a una importación anual de aproximadas 15 millones de toneladas de productos agrícolas, el desempleo de más de 60.000 ingenieros agrónomos, otro tanto de técnicos agrícolas y millones de trabajadores del campo; así como la desaparición de los parques de maquinaria agrícola y la caída de la producción de insumos agrícolas. En los otrora paisajes de los valles interandinos, de las sábanas de la costa atlántica y gran parte de los llanos orientales hoy solo se encuentran caducas maquinarias, arrastrando zorras abarrotadas de campesinos abandonados a la mala suerte de no tener trabajo, en razón a que los 6 millones de hectáreas, que le permitirían a Colombia llegar al punto de equilibrio para suplir las importaciones, dejaron por fuera al equivalente de 3 millones de empleos permanentes, que contribuirían a bajar las cifras del desempleo nacional a menos de un digito.
Otra área en similares condiciones es la Agricultura Familiar, productora de más del 85% de los productos de la canasta básica, repitiéndose todos los años las crisis en la producción de papa, panela, yuca, ñame, plátano, hortalizas, frijol, alverja, hortalizas y frutas, prácticamente enajenando la seguridad alimentaria de la población colombiana.
En los últimos 30 años la agricultura nacional se enfocó en los cultivos perennes de tardío rendimiento, para biocombustibles y de exportación, como la caña de azúcar, la palma de aceite, el banano, las flores y el café; a excepción de este último, los pequeños productores no disponen de capacidad de área cultivable, ni capital de trabajo para incursionar en ellos, ni ingresos para esperar su retorno económico. Una característica de estos cultivos perennes en gran escala es que cada uno tiene un modelo de investigación y transferencia de tecnología integrado a partir de sus centros de investigación particulares CENICAÑA, CENIPALMA, CENICAFE y las flores y el banano reciben siguen literalmente la tecnología generada por sus matrices internacionales.
Para el logro de un reemplazo a la reducción de divisas por parte del sector exportador agrícola, los gobiernos le han apostado a volver competitivas la minería y los sectores extractivos, cimentado su política monetaria en convertir al peso colombiano en una de las monedas más devaluadas del mundo, de tal manera que es increíble comentar que un peso de hoy día equivale a solo 38 centavos del año 2000, sin pensar en proyectarse a largo tiempo a la realidad que se viene, dados los efectos ambientales negativos de los combustibles fósiles y los pactos mundiales para solucionarlos, así como el avance tecnológico como la producción de vehículos eléctricos; nos preguntamos ¿qué acontecerá en la próxima década con la comercialización de la producción de aceite de palma africana destinadas a biocombustibles y con qué divisas se seguirán comprando los productos agrícolas que hoy se importan?
Por todo lo relacionado, consideramos como única alternativa para que nuestro país salga del subdesarrollo volver nuevamente el campo viable, para disminuir desempleo a todos los niveles, menores pobreza rural y migración a las ciudades, fortalecimiento de la investigación y transferencia de tecnología, complementada con actividades de desarrollo rural.
Bien lo concluye el tercer informe de la Misión de Sabios reunida en 2019, que dejo clara advertencia que, sin aumentar LA INVESTIGACIÓN, Colombia continuará rezagada de América Latina, por tal razón se obliga a multiplicar su inversión para llegar como mínimo al 1,5% del PIB y superar el 0,24 % actual, puesto que la creación de la riqueza está vinculada al desarrollo científico y tecnológico y a nivel político necesario el fortalecimiento del Ministerio de Agricultura y todas las instituciones del sector agropecuario tendiendo en lo posible a crear el Ministerio de Agricultura Familiar, tal como en Brasil, que hoy es indispensable.
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