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Origen y progreso de la Familia Namén Rapalino en el departamento del Cesar

Por: Fabio Mendoza Noble 

Hablar de la familia NAMEN RAPALINO en el Departamento del César, es meterse en una historia,  no sólo de vicisitudes, tragedia  humana y grandeza por la berraquera Árabe-Libanés; con mezcla criolla pujante y Erguida.

El viejo Félix Namén y la vieja “Nacha” Fraija con la desbandada del lejano Oriente, todos con pasaporte “turco” o de Turquía, para así venir al nuevo continente,  por el río grande de la Magdalena llegan al Banco y por vecindad se establecen en Chimichagua Magdalena con sus hijos entre ellos Felipe Namén Fraija, padre de los hermanos Namén Rapalino.

El viejo Felipe Namén Fraija mezcla su raza con una mujer de El Paso Magdalena, la señora Concepción Rapalino Blanco. Esa mezcla entre el viejo  “Pepo”, árabe, y la vieja Concha, de origen negro, constituyen o forman una estirpe familiar así: María, Camilo, “Nacha”, Jesús, Felipe, Sandra, Ismael y  Melkys. 

Tal como lo narra Camilo en muchas de sus canciones, entre ellas “Recuerdo de mi niñez” y “Recuerdos de mi Pueblo”, asi les tocó crecer: en pobreza y lucha por la supervivencia. El viejo “Pepo” vendiendo  Lápidas, o pidiendo a los amigos, sostenía la carga familiar. 

Ante tanta la pobreza y el hambre deciden venirse a Valledupar, que también era un pueblo,  donde se les abren las puertas para el estudio en el colegio Loperena y el industrial Pedro Castro Monsalvo.

María incursiona en la docencia y se casa con un hombre rico, Alfonso Murgas, y así puede ayudar a sus hermanos quienes parten a estudiar a Bogotá y comienza la formación y el progreso.

Aníbal Martínez Zuleta aspira a la cámara y dentro de la estrategia escoge a un tío de los Namén Rapalino, el médico Camilo Namén Fraija, y hacen Alianza con Carlos Arturo Marulanda Ramírez.

Al comenzar la crisis partidista en el país, que los gamonales herederos del modelo feudal no entienden que es progreso y mucho menos la dialéctica e inician un mecanismo para impedir que las nuevas generaciones sin sus apellidos irrumpan en el manejo de la cosa pública, creyendo en monarquía y sucesión familiar; optan por fraccionar los partidos tradicionales, conformando parcelas o grupos dentro de un mismo partido, dando con esto origen a los partidos de garajes. Así se crea el negocio de captar dinero del Estado para sostener el funcionamiento de esos partidos sin identidad ideológica y crean la financiación de las campañas políticas y partidos.

En ese orden cronológico y producto de de la avaricia, en el César se el partido Liberal, creando los grupos con su gamonal o patrón a la cabeza así: Mayorías Liberales, El M.R.L, el MIL, El Golpe y El FAL.

En esa repartición,  la alianza Namén-Marulanda creamos el Movimiento de integración Liberal de sur a norte del Departamento, dando origen a una camada de líderes regionales y municipales que con el apoyo local, el parlamentario Namén, el diputado Ismael Namén y en su momento  mi persona cómo concejal, secretario de Gobierno municipal Valledupar y jefe oficina jurídica del Departamento César, fuimos fortaleciendo la estructura del Mil, hasta convertirnos en  uno de los movimientos mayoritario y  representativo en el César, con senador en cabeza de Jesús y ministerio en cabeza de Marulanda Ramírez y fue así cómo empezamos a tumbar guayacanes y abrirle paso a una generación nueva en representación de la provincia y sus sub regiones. 

Luego Marulanda sale a la diplomacia; Jesús comienza cómo Secretario de Gobierno Departamental e Ismael  cómo Secretario de educación y mi persona cómo Jefe de la Oficina Jurídica del Departamento del Cesar. 

Todo ese proceso se ve truncado  y sin opción política administrativa con la invasión mafiosa del narcotráfico al poder en el departamento con la complacencia de los gamonales a quienes por su mediocridad no entendieron su  papel histórico y fueron remplazados; enterrando así el progreso y el curso de la historia de un departamento pujante.

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