Por: Juan Cataño Bracho
Tal vez por la pérdida de la vocación de lectura entre la sociedad colombiana, principalmente en la juventud, se escucha decir y se leen críticas en tono de menosprecio y descalificando tales como “copiaron textos de otros autores”, como si los libros no fueran fuentes idóneas de investigación, cuando escasean las fuentes primarias o cuando no se permiten el acceso a las mismas.
Sintiéndome aludido por esos comentarios, cuya creencia estimo afecta mí, aunque poca, talvez, reputación de investigador de la cultura vallenata y en defensa de la metodología de la investigación en la cual me formé y he puesto en práctica, estoy convencido de que:
Por desconocimiento de los directores de las investigaciones, muchas veces se desconoce la trayectoria de los investigadores que tienen, como debe ser costumbre, el cúmulo de sus investigaciones y llegado el caso, legítimamente, echan mano de su banco de datos, lo que sin duda le reporta ventaja ante los recién llegados a la disciplina. Muchos de estos datos, sobre todo de los que somos dados a publicar cotidianamente en los medios de comunicación, perdemos el rastro de la autoría. En mi caso, además, considero que una publicación hace que lo privado pase a dominio público. En cuestiones, por ejemplo, de Cultura Vallenata, a la que le llevo dedicado más de 40 años de estar investigando y, por lo tanto, puedo demostrar que tengo un banco de datos que, fácilmente, me permite atender encargos sin salir de mi casa.
Por lo que lo he estudiado y lo aplicado, toda investigación es, primero que todo, Bibliográfica. Esto porque la misma Metodología de la investigación en su esquema de formulación de proyecto contempla el ítem Antecedentes, como se llamaba en el pasado y, ahora, Estado del Arte; en consideración al derecho que tenemos los investigadores de consultar lo que, sobre los trabajos de campo que aspira a implementar, ya se ha trabajado sobre esos tópicos. Esto responde a la creencia de para qué volver al campo a buscar lo que ya otros consiguieron y está consignado en libros. Además, nos evita caer en manos de los falsificadores de verdad, que nunca falta, por la necesidad de figurar que no pasa de moda.
Con respecto a lo anterior, por mis antecedentes y como lo puedo demostrar en mi obra publicada en el año 2007, titulada: “El Canto Vallenato, Arte y Comunicación” la que aspiro a publicar como obra derivada, ampliada en un capítulo con el título de “Fundamentos del Vallenato Tradicional”; la Bibliografía le aporta seriedad y soporte científico a la investigación.
Por lo general, cuando escribo, recurro a Antecedentes Bibliográficos sobre fuentes primarias que ya no existen y, en algunos casos, por la desconfianza en algunos de los “sujetos” de la investigación; en mi condición de amante de la lectura sobre la historia de la cultura vallenata que tengo en mí banco de datos y conozco los libros donde se puede conseguir información primaria sobre los juglares y fuentes secundarias confiables.
Como aporte a la claridad de la legitimidad de los recursos bibliográficos en la Investigación pregunto ¿Si en investigación no se pueden utilizar los libros como fuentes idóneas, entonces para que se escriben los libros? No ignoremos que “a las palabras se las lleva el viento y lo escrito, escrito queda”.
¿Para qué se publican los libros si no se puede utilizar su contenido para justificar otro contenido que apunta a la misma dirección, sobre las variables que suscitan lo publicado en ellos? Por lo menos, para mí el que otro investigador consulte mis escritos, para soportar sus estudios representa un honor, y sólo reclamo el crédito, como estoy acostumbrado a hacerlo. Para todo investigador (escritor) debe representar un honor el que sus investigaciones sean tenidas en cuenta por otros investigadores. Las investigaciones que se dan a la luz, lo que comúnmente llamamos publicaciones, pasan a ser de dominio público.
Con respecto a los Equipos de Investigación, no se requiere que los integrantes anden “en mancornados”, pues las grandes investigaciones tienen diversas aristas que se pueden atender de manera individual y ya, llegará el momento del encuentro que articule los descubrimientos o aportes de cada uno de los miembros del equipo, labor de la que, por lo general, se ocupa quien funge como director.
Sin pretender eliminar el placer y el rigor que produce y demanda La Investigación de Campo, que nunca se puede obviar; reclamo para los Libros y los Escritores, la consideración y el valor que se nos debe reconocer. No es justo que, por ignorancia o por falta de gusto y costumbre por la lectura se descalifique la idoneidad de los libros en el arte y la ciencia que requiere la investigar. Toda Investigación demanda de un tiempo de lectura de antecedentes.
La falta de confrontación en una investigación, según mi parecer, le quita rigor al resultado final y los libros que no aportan Bibliografía están muy cerca a la mera opinión. El Investigador debe confrontar sus descubrimientos y esta confrontación, en la mayoría de los casos, remite, irremediablemente, a la Bibliografía representada en libros.
A pesar de que sigan apareciendo otros medios para guardar la información, los libros, para mi gusto no pasarán de moda, por lo menos, para los que disfrutamos el placer de leer, y serán fuentes recurrentes de investigación. La Revisión Bibliográfica es un paso obligado en toda Investigación, lo que indica que los libros si son fuentes idóneas de investigación.
Claro que: al que no le gusta la lectura nada puede saber de lo que los libros encierran.
Juan, definitivamente para allá vamos no sé cuál serán las consecuencias, pero; hoy tenemos una juventud con muy poco contacto con los libros que son la principal fuente de investigación. Definitivamente las redes sociales con su hilo conductor que es el celular está desmejorando la intelectualidad del ser humano.