En su mensaje Urbi et Orbi, el papa Francisco ha deseado al mundo entero una feliz navidad, recordando el misterio que se renueva cada año y no cesa de asombrarnos y conmovernos: la Virgen María dio a luz a Jesús, el Hijo de Dios, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Así lo encontraron los pastores de Belén, llenos de alegría, mientras los ángeles cantaban: “Gloria a Dios y paz a los hombres”.
“Sí, este acontecimiento, ocurrido hace más de dos mil años, se renueva por obra del Espíritu Santo, el mismo Espíritu de amor y de vida que fecundó el seno de María y de su carne humana formó a Jesús”
Y hoy, dijo, en los afanes de nuestro tiempo, realmente se encarna de nuevo la Palabra eterna de salvación, que nos recuerda el amor inmenso de Dios, que nos ama, nos perdona, nos pide que volvamos a Él, que tiene la puerta de su corazón abierta a nosotros. Siempre está abierta, para que regresemos a Dios, para que afirma Francisco, volvamos al corazón que nos ama y nos perdona. “Dejémonos perdonar por Él, dejémonos reconciliar con Él”.
Amor, perdón reconciliación, este es el significado de la Puerta Santa del Jubileo, que ayer abrió el Papa, dando por iniciado este año jubilar. Y la Puerta santa representa a Jesús, Puerta de salvación abierta a todos.
“Jesús es la Puerta que el Padre misericordioso ha abierto en medio del mundo, en medio de la historia, para que todos podamos volver a Él. Todos somos como ovejas perdidas y tenemos necesidad de un Pastor y de una Puerta para regresar a la casa del Padre. Jesús es el Pastor, Jesús es la Puerta”.
Se nos invita a no temer, que atravesemos esta puerta abierta de par en par, que nos dejemos reconciliar con Dios, y entonces, aseveró el Pontífice, nos reconciliaremos con nosotros mismos y podremos reconciliarnos entre nosotros, incluso con nuestros enemigos.
“Sí, la misericordia de Dios lo puede todo, desata todo nudo, abate todo muro que divide, disipa el odio y el espíritu de venganza. Vengan, Jesús es la Puerta de la paz”
Francisco nos recuerda que no tenemos valor para detenernos en el umbral de esta Puerta, que no nos atrevemos a atravesarlo, porque entrar por esta Puerta requiere, dijo, el sacrificio de dar un paso adelante, de dejar atrás contiendas y divisiones, para abandonarnos en los brazos abiertos del Niño que es el Príncipe de la paz.
“En esta Navidad, inicio del Año jubilar, invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones”.