Solo al presidente de Colombia se le podía ocurrir la estupidez de presentar un proyecto para imponerle al pueblo una nueva carga tributaria en medio de la crisis generada por una pandemia que ha afectado al mundo entero.
Mientras que el municipio de Valledupar atraviesa momentos difíciles, financieramente, la administración piensa gastarse 15 mil millones de pesos en la creación del Cuerpo de Bomberos Oficial.
El periodismo vallenato, por estos días, lo turba el sufrimiento, lo persigue el dolor y sufre persecución por un sino trágico que lo avasalla, acecha y asesta su golpe.
El común denominador en Colombia es que el poder lo obtienen y conservan los que más dinero posean, no los más idóneos, por esto hay tantos fiscales y jueces corruptos.
Es evidente que de la democracia se viene gestando un proceso degenerativo, en unos países más que en otros. Su teoría se ha pervertido por el uso de prácticas que son precisamente su contradicción y hasta algunos medios de comunicación se solapan, sin importarles que pudieran estar matando la gallina de los huevos de oro.
Muchos no han entendido, ni quieren entender, que estamos en medio de un estallido social, causado por el mal manejo político del país, penetrado por la corrupción en todas sus esferas, lo que ha generado una desigualdad abismal.
Ya llevamos muchos días de muertos, daños, bloqueos, destrucción, encapuchados, mentiras, pérdidas, encarecimiento de la canasta familiar y nada que se arregla el paro.
Desde el 2018 hasta la presente, dentro de la Tramacúa funciona un negocio paralelo a la cafetería, donde está el alojamiento de la guardia, que es dirigida por dos dragoneantes, que se maneja como plata de bolsillo, sin libros contables y que, al parecer, es otro de los negocios del Director.
Desafortunadamente para Colombia, las soluciones políticas a las que se ha apelado para ponerles fin a la confrontación en aras —dizque—de la paz, lo que han hecho es recrudecer porque fueron imperfectos o porque una de las partes, casi siempre el Estado, los ha incumplido.
A pesar de la terrible pandemia, el puesto de salud del corregimiento de Aguas Blancas permanece cerrado, y en condiciones deplorables, sin tener, siquiera, materiales para suturar, papel para formular, no se atienden emergencias, entre otras falencias cuando hay personas hipertensas, diabéticas, mujeres embarazadas y, solo, cuenta con un médico.
Hay incertidumbre en Valledupar, porqué no se sabe que significará el retorno de la Policía de tránsito a las calles… si representará un efectivo control a la movilidad o el retorno de una conocida forma de corrupción.