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Una mirada objetiva sobre la explotación minera frente a la crisis social y sanitaria

Por: Jaime Luis Ochoa Quiñonez

De manera específica y respetuosa me inquieta el desarrollo de los próximos 40 días, en lo referente al desarrollo de una actividad económica de interés nacional y mundial como lo es la extracción de carbón por minería a cielo abierto.

Varias empresas hicieron un esfuerzo económico y declararon vacaciones colectivas hasta el 13 de abril, afectando su flujo de caja en gran proporción. La mayor parte de las actividades contratadas por las empresas son a través de la modalidad del contrato de obra labor, lo que hace que lo subsidiario corra la suerte de lo principal, y por lo tanto los trabajadores son contratados a través de la misma modalidad.

Frente a la solicitud de suspensión prologada de la actividad de explotación posterior al 13 de abril, me preocupa enormemente la declaratoria de cierre definitivo, o una afectación severa de la actividad económica y sus compromisos mundiales con la generación de energía en los países consumidores.

Sé que muchos dirán que no les importa, que primero la salud, que la economía se recupera después, y los entiendo; pero debo admitir que muchos lo dicen fundados en el miedo y otros en la satisfacción de intrigas de tipo personal frente al proceso. Otros impulsados por la zozobra que genera el poco manejo técnico o científico sobre el tema en discusión y todas esas situaciones son respetables. Pero me queda el sin sabor de pensar si ¿será que en los hospitales tampoco hay interacción de personal y su actividad si trata directamente con los infectados, pero aún así trabajan y regresan a casa con sus familias asumiendo todos los protocolos de auto cuidado? Me surge esa pregunta pues un operador trabaja 12 horas de las cuales 11 horas y 20 minutos transcurren en el aislamiento de una cabina donde solo hay un operador.

A veces pienso que la gente está enferma de hostilidad hacia las empresas mineras, es ahí donde aparecen líderes airados hablando de normas y de derechos, pero son los primeros en violar las leyes a través de las vías de hecho. Intransigentes y hasta insolentes diría yo, pues el buen líder no es el que se hace notar a través de la hostilidad de la protesta, sino a través de las propuestas que tienden a la concertación. Observo a muchos reclamando pero nadie propone. Nosotros como pueblo debemos proponer, pero al parecer ya hace parte del inconsciente colectivo solo reclamar por obstruir.

Según mi parecer, sería sano operar solo con personal oriundo de la región mientras se supera la pandemia, además porque noto que la gente anda por las calles desafiantes y como si nada. Pero me sorprende que cuando hablan de abrir las minas todo el mundo “teme” que se va a enfermar ¿acaso los trabajadores que irán a laborar no son los mismos que andan en las calles como si estuviesen de vacaciones y no estuviésemos en emergencia sanitaria?

Considero que las empresas pueden trabajar, utilizando la mano de obra contratada y residente en la región.  Eso me parece solidario con nuestros mismos paisanos, con la economía nacional, además de ser un referente para determinar cuántos nativos laboran realmente en estas empresas. Pero cerrarse a la banda y decir, enfáticamente, que no importa como si se tratara de un juego; es como si hubiera llegado el momento de vengarnos, pero de nosotros mismos.

Respeto la posición de las demás personas, pero esta me parece imprudente, intransigente y poco consecuente con nuestros municipios desprevenidos y desprovistos de la capacidad para auto sostenerse sin minería, en donde se han invertido en la construcción de plazas y parques más de 20 mil millones de pesos, pero que siguen careciendo de servicios básicos como agua potable, de lo cual culpamos a las empresas mineras.

¡Qué ignorantes somos, cuando ni siquiera hemos sido capaces de articular cadenas productivas para dejar de depender de la explotación del carbón. Pero no pasará mucho tiempo para que veamos a muchos pelear y exigir que las empresas mineras sigan donando mercados, para sostener la crisis generada por la emergencia.

Soy un convencido de que en ocasiones se debe concertar, para articular y ajustar condiciones y situaciones; pero  la actual circunstancia me permite decir abiertamente, así me crucifiquen por decirlo, que nos dejamos guiar por “líderes” acostumbrados a gritar insensateces porque no están preparados en la cultura de concertación abierta y franca.  Lamento que los pocos que sufren de este mal le hacen daño a las comunidades porque lo único que han conseguido, en tantos años de pelea innecesaria y estéril, ha sido  generar distanciamiento social ¡Demasiado egoísmo disfrazado de filantropía!

No me extrañará que muchos salgan a insultarme, sin leer completamente mi apreciación, pero, como lo he dicho muchas veces, en unos cuantos meses me tocará volver a repetir: se los advertí.  Por eso ahora, como en tantas otras ocasiones, siento dolor de ver nuestras comunidades envueltas en ignorancia y la poca voluntad de concertación, por eso seguimos rezagados, muchas décadas, con respecto a muchos pueblos del mundo, porque nos hace falta mucha pedagogía comunitaria y social, que nos permitan hacer tránsito hacia mejores procesos.

Un brazo especial para todos, y mi cariño incondicional

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