En toda campaña política hay que ser agudo en la reflexión porque: cuando un político promete acabar la pobreza se refiere es a la pobreza suya y la de su familia.
A los vallenatos no nos caben las amenazas: nos amenazan los suicidas de las motos, los incultos e ignorantes de los carros de alta gama, los meimportaunculo de a pie y en bicicleta, los limpia vidrios, los venezolanos, el perro, el gato, los huecos y también los árboles que en cualquier momento nos caen y nos matan.
Los más confiados en el poder de Dios están haciendo una oración por la democracia, en éste año político, que dice: “Señor envía una lluvia de tamales antes de las elecciones para que los hambrientos no vendan su voto…”
Los asesores de imagen de la familia presidencial de Colombia han hecho de todo para hacerla visible: primero le pintaron canas a Duque para darle la madurez que no tiene y ahora llevaron a los E.E.U.U. a la Primera Dama disfrazada de “Jorazquin del Monte”.
Está comprobado que los actuales administradores de Valledupar son radicalmente evangélicos, porque para ellos el Santo Ecce Homo, que es el personaje que más gente trae a Valledupar, sin camisetas y sin tamales; no clasifica como atractivo de la cacareada economía naranja y para el monumento del cerro, que a pesar de lo destartalado atrae; no solo no le han invertido un peso sino que lo han dejado deteriorar o será que Ciro Pupo no dejó por donde sacarle una mascaíta.
Ya viene la época (la campaña política, en que todos para pescar votos de los incautos están de acuerdo en que Electricaribe se vaya pero apenas pasa la campaña todos están invitados a las francachelas de “Electrirobo” o sino que miren la lista de invitados a la parranda del Festival.
Por lo expresado por Franco Ovalle en la Rendición de Cuentas de Tuto Uhía, algunos dicen que es cierto que todos somos pecadores pero el pecado que no puede cometer un cristiano es dejar de reconocer a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar (Mateo 22: 15 – 21).
Mientras los políticos, ganaderos y comerciantes azotados por la delincuencia piden que se permita el porte de armas en algunos casos excepcionales, la realidad muestra que la mayoría de armas ilegales se pasean en motos por las ciudades del país sin que nadie las pueda frenar y en las manos de quienes además llevan su libra de marihuana encima.
Ahora las mujeres, que vienen luchando hace tiempo por quitarle a los hombres el éxito en la interpretación de la música vallenata, vienen, aprovechando la descomposición social y moral, con una nueva propuesta a las tarimas: echando un polvo en plena presentación (eso no es arte si no arrechera).
Que la administración de la salud en Colombia tocó fondo por los niveles de corrupción absurdos, las mafias de la salud, los bandidos de la salud ya permearon todo el sistema humano y transversal. Máxime cuando el pobre paciente no sabe, si al llegar a una clínica o un hospital, si lo que de tomar es una pastilla o una bolsa de cemento.
Ya que las autoridades no han podido quitarle los manojos de marihuanas a los burros en las calles de Valledupar, por lo menos alivia que ahora se estén yendo a pastorear a los potreros de Guacoche.
El uso del suelo y el volteo de tierras se han constituido en las fuentes principales del enriquecimiento indebido de funcionarios públicos de Colombia, donde más de uno aspira llegar a las alcaldías para quedarse con la regulación de los Planes de Ordenamiento Territorial. Sobre todo gente que nunca tuvo tierra ni en las uñas.