LA MUERTE DE RAFAEL OROZCO
Por Raul Mestre Jurado (QEPD), periodista.
¿QUIEN ORDENÓ MATAR A RAFAEL OROZCO? Al amanecer del 11 de Junio de 1992 yo estaba bajo un sol que trepidaba en el pavimento en una esquina del parque Suri Salcedo. Allí, por casualidad me encontré con Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza De la Hoz, dos músicos integrantes de la agrupación de Diomedes Díaz, y fueron ellos quienes me contaron lo que voy a relatar hoy. Antes de continuar debo decir que un revolver marca Heckler & Koch fue clave. La muerte de Rafael Orozco, como se sabe en Colombia, provocó miles de versiones. Por las calles de Barranquilla, corrían diferentes hipótesis, se especulaba que la mafia lo había mandado a matar por un billete, otros decían que fueron motivos amorosos y los más allegados hablaban en “voz baja” de “unas deudas pendientes con unas cajas de cambio” , en fin, cada cual decía una cosa distinta, pero a la justicia y a la prensa le gustó más “el lío de faldas” por eso decían que el crimen lo había originado “Un escabroso romance con una agraciada jovencita barranquillera” y que el ingeniero Jorge Navarro Insignares, era la persona quien en nueve oportunidades había disparado su arma de fuego contra Rafael Orozco. El ingeniero Jorge Navarro era nadie menos que el padre de María Angélica Navarro la joven que supuestamente era novia de Rafael Orozco, un hombre bueno incapaz de matar una mosca. Esa fue una infamia. Por todas estas razones el ingeniero Jorge Navarro fue capturado y trasladado a la Cárcel Municipal, donde también se encontraban presos Orbi Campo Valdeblánquez y los hermanos Diomedes y Ever Subiría Redondo, otros señores que tampoco tenían nada que ver con el crimen. Bueno, no me voy a desviar del relato. Ese día los músicos me preguntaron ¿Sigues en el Diario La Libertad?. “Si claro, respondí. Bueno hermano prepárese porque por ahí dicen que hoy va a pasar una vaina” Yo que estoy cansado de oír esas especulaciones, no les paré bolas “¿Ah, sí? Les dije. Esperemos. Por eso a las nueve de la noche de ese 11 de Junio, cuando me dijeron que mataron a Rafael Orozco y me contaron que de un vehículo que llegó a la casa de Rafael Orozco se bajaron Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza De la Hoz, disque para pedirle prestado a Rafael Orozco, unos instrumentos musicales enseguida me acordé de lo ocurrido en el parque Suri Salcedo en horas de la mañana.
Mientras los noticieros decían que a Rafael, lo mataron cuando salió a saludar a los “colegas” a quienes atendió en la terraza para no interrumpir la celebración que tenía ese día con su hija Kelly Johanna, porque era la celebración del cierre del semestre escolar, apareció otro de los pasajeros del vehículo con un revolver en la mano y le disparó en 9 oportunidades (las balas fueron disparadas por un revolver marca Heckler & Koch, según el examen de balística practicado por un grupo de peritos) y que tan pronto el homicida cometió el crimen, el hombre que conducía el auto abrió la puerta del vehículo para que ingresara su compañero , o sea , el que disparó contra Orozco y aceleró dándose a la huida. Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza De la Hoz, se quedaron al pie del cadáver ayudando a Clara Elena, la viuda. Mientras me contaban todo eso yo seguía pensando en lo ocurrido en el parque Suri Salcedo. Me parecía increíble.
Lo primero que hice fue intentar hablar con los músicos. Recuerdo que mientras emprendemos el camino en busca de esos testimonios, le dije al fotógrafo “¿Será que estos manes nos van a decir algo? El fotógrafo se encogió de hombros y me dijo -¡Y yo qué voy a saber!. Y seguimos caminando en silencio. Al rato empezamos a ver las primeras casas del barrio donde supuestamente vivían los músicos. En la vía principal, correteaban montones de niños en cueros, y una mujer rolliza le gritaba a su vecina, a través de la cerca, que le regalara una pastilla de Buscapina para aliviar su cólico menstrual. En ese momento levanté los ojos y lo que veía no era el cielo, sino una enmarañada red de cuerdas que se entrecruzan en el aire: Eran los cables eléctricos que la gente utiliza para encadenarse al servicio de energía sin pagar un solo centavo. Los cables funcionan, también, como tendederos de ropa. En uno de ellos había un calcetín de bebé que flameaba a merced del viento. Al fin llegamos a una casa en donde una señora entrada en años me dijo que “después del crimen una camioneta negra con vidrios polarizados llegó una madrugada hasta la casa de los músicos y los sacaron a la fuerza. Se los llevaron y más nunca aparecieron ¡Carajo , dije, “¿Quien mandó a matar a esa gente? Solo cuando en Barranquilla se supo que mataron a todos los que participaron en la muerte de Rafael Orozco, fue que la gente comprendió que el crimen del cantante, no era un simple “lío de faldas” y se preguntaban ¿Pero quién es ese loco que anda matando a diestras y siniestras? Hoy quiero decir que el loco que mandó a matar a Rafael Orozco, estaba desesperado, nervioso. Una noche borracho y llorando como un niño reveló que tenía temor que capturaran a Fiallo, al Tato, o a los músicos Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza De la Hoz porque esos manes se podían “reventar”. Esa posibilidad lo aterraba. En realidad el hombre mandó a matar a Rafael, no pensó que ese crimen tuviera las consecuencias que tuvo.
Pese a que en Barraquilla todo el mundo sabía que Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza fueron sacados de su residencia en una camioneta y desde entonces no volvieron a aparecer, la justicia los seguía investigando porque en Colombia el fallecimiento de una persona se prueba con el registro civil de defunción, con la necropsia, con el acta de levantamiento de cadáver o con la licencia de inhumación, y ninguno de esos documentos podían aportarse al expediente porque los músicos estaban desaparecidos. Pero. ¿Quien desapareció a los músicos? Aquí viene lo bueno.. Francisco Manuel Corena en su declaración inicial el día del crimen al saber que el revolver con que mataron a Rafael Orozco era marca Heckler & Koch dijo que ese arma era de propiedad del El Nano Fiallo, el comerciante que estaba buscando al cantante, para hacerle “un reclamo de amor” porque ese revolver él se lo había visto.
Ahí empezó la sindicación contra el Nano Fiallo porque inmediatamente la juez de instrucción criminal Carmen Collantes (si la memoria no me falla) ordenó la captura de Fiallo. Desde ese momento en todas las esquinas de Barranquilla se decía que a Rafael Orozco lo había mandado a matar el Nano Fiallo Sin embargo, el día 18 de noviembre de 1992, es decir cinco meses después del crimen de Rafael Orozco, el Nano Fiallo apareció muerto en una calle de Medellín, junto con su guardaespaldas Sergio Adolfo González Torres, alias Tato. Pero procesalmente Fiallo estaba vivo, porque el hombre que apareció muerto en Medellín aparecía con el nombre de Jorge Alberto Gómez Benítez, ahí se supo que Fiallo tenía doble identidad pues con la prueba dactilar se probó que evidentemente el muerto era el Nano Fiallo.
Quienes suponíamos que conocíamos la verdad llegamos el día del “juicio final” al Juzgado Cuarto Penal del Circuito, despacho encargado de dictar la sentencia contra los sindicados, pero quedamos desconcertados. No solo porque ya no existían los juicios con jurado de conciencia y una sala donde se debatieran los hechos como ocurría anteriormente (con el caso de Elena Rebaje, las Kaled, Juanito, etc.) sino que al despacho de la Juez Cuarta Penal del Circuito, Dra. Gelmis Chacón de Schuett, solo ingresaron Luis Felipe Colmenares Ruso, como fiscal y el Dr. Mariano Canedo Londoño, como parte civil ya que todos los sindicados de cometer el crimen de Rafael Orozco, o sea, José Reinaldo ( Nano ) Fiallo Jácome, Sergio Adolfo González (Tato), Francisco Manuel Corena y Alonso Ariza De la Hoz, estaban muertos
Rodrigo Llano Isaza
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