Por: Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi
Hoy en día se hace despliegue en grandes medios de comunicación de las músicas de Acordeón que se han vuelto muy populares por toda Colombia y aún en muchos lugares del exterior, donde han sido acogidas con entusiasmo y pasión, como ocurre en México al igual que en varios países de Sur América.
Que importante y satisfactorio resulta saber que artistas de nuestro múltiple y variado folclor, son nuestros mejores Embajadores, los cuales con sus notas alegres, sus cantos, relatos e historias muestran esa cara amable de esta tierra polifacética, donde las expresiones musicales abundan, acorde con las diversas regiones de donde ellas proceden.
Resulta innegable el fenómeno que se ha venido operando en estas últimas décadas, donde los aires ejecutados en Acordeón tomaron un impulso inusitado, dado que ciertas prevenciones y rechazo no disimulado hacia todo lo proveniente del Caribe colombiano, poco a poco se fueron derrumbando. Las músicas de Acordeón comenzaron a ejercer un papel preponderante en ello, puesto que expresiones despectivas que trataron de opacarlas, gradualmente comenzaron a ceder, ante un fenómeno musical que tomó fuerza y sigue vigente.
Aquellas expresiones musicales ejecutadas en Acordeón, que eran casi que exclusivas de los habitantes del Caribe, en la medida en que se fueron introduciendo paulatinamente por el territorio nacional, comenzaron a tomar asiento en el corazón de millares de personas, que fueron encontrando en ellas otra visión alegre y encantadora, muy diferente a la tradición en la cual las habían levantado.
No obstante lo anterior, es importante recordar que todo ello fue el resultado de un proceso gestado durante años, del cual se debe hacer referencia, porque la historia de tantos protagonistas de ella, no la podemos ignorar, dado que con sus creaciones sentaron las bases de unas músicas y de un folclor, que tomó fuerza y se ha venido consolidando con innovaciones y formatos mayores y más completos.
En virtud de todo ello, y como tributo a su memoria, en esta ocasión solo voy a referirme a aquellos Acordeonistas ya fallecidos, que de una u otra forma, colocaron su grano de arena y contribuyeron de manera decidida a exaltar con sus canciones, todo aquello que es parte de nuestra vida cotidiana.
GILBERTO ALEJANDRO DURÁN DIÁZ.(El Paso–Cesar) 9 Febrero 1919 (Montería–Córdoba)15 Noviembre 1989.
Un ser excepcional fue este varón, sencillo y humilde, que vivió con y para la música, desde que nació en el Hato ganadero “Las Cabezas”, propiedad de sus más grandes amigos: Los Gutiérrez De Piñeres, tal como él mismo lo expresó en reiteradas oportunidades.
Creó un estilo para componer, tocar y cantar, que él solo supo llevar, sin imitaciones y, además de ello, para su bien personal, a temprana edad, hizo la siguiente reflexión, que marcó huella en su vida: “Si quiero salir adelante con mi música, tengo que decirle no al alcohol”.
Alejo, como popularmente era llamado, junto con Abel Antonio Villa y Luís Enrique Martínez, fue uno de los primeros Acordeonistas en grabar canciones en acetatos de 78 rpm. Luego de vender el mismo, sus primeras grabaciones, su música empezó a gustar y le surgieron contratos. A partir de allí, su vida cambió en todo, menos en creerse más que otros músicos o personas, dado que nunca fue un engreído. Después de ello, comenzó a recorrer caminos, alternando en fiestas y parrandas al lado de Juancho Polo, Abel Antonio, Luís Enrique y de Pacho Rada.
Cesarense de nacimiento pero Cordobés de corazón, se definía, para mostrar su agradecimiento a Planeta Rica, la tierra donde se radicó y vivió sus mejores años. Desde el Urabá antioqueño hasta la Guajira su voz grave y su Acordeón encantado se escuchaba, pero fue sobre una Tarima, en la Plaza “Alfonso López” de Valledupar, cuando un 30 de Abril del año 1968, los presentes allí, en medio de tremendo goce y alegría, con delirio aclamaron, al Primer Rey Negro del Acordeón, mientras este cantaba, de su propia inspiración: “Este pedazo de Acordeón donde tengo el alma mía”.
Sus inicios en el Acordeón fueron al lado de su Padre Julio Mendoza, quien ejercía como Técnico de Acordeones. Un adolescente tímido y callado había en él, que halló refugio en un Acordeón de dos hileras, que su Padre le había regalado. A sus 17 años decidió buscar nuevas rutas, y para tal efecto se dirigió a Fundación y luego a Patillal, para finalmente, en 1957 radicarse en Valledupar.
“Colacho” Mendoza, como se le identificaba por doquier, con su voz y su música con estilo propio, se dio a la tarea de recorrer los pueblos de la Provincia, siendo identificado como innovador, por su forma de ejecutar el Acordeón con pases originales que llamaban la atención, abriendo puertas en las élites locales, que admiraban el talento de este joven guajiro, cuando comenzó a interpretar las composiciones del Maestro Rafael Escalona, en donde estaban plasmados lugares y personajes, que se volvieron populares con su interpretación.
“Colacho”, aunque callado e introvertido, era un hombre de palabra y recia personalidad, y al darse a conocer en otros lares, como audaz aventurero y trovador, su fama comenzó a expandirse en toda la región y sus canciones se escuchaban en ese Magdalena grande, que él solía recorrer.
Fue criticado por sus relaciones sociales con las élites locales, pero Colacho, como todo un profesional de virtudes excepcionales, hacía caso omiso de ello, y solo dejaba que su Acordeón hablase, y nadie pudo negarle, ser él un gran intérprete del vallenato clásico.
CALIXTO DE JESÚS OCHOA CAMPO. (Valencia de Jesús, Valledupar –Cesar) 14 Agosto 1934 (Sincelejo – Sucre) 18 Noviembre 2015.
Compositor versátil, genial y prolífico, que con su Acordeón dejó una huella profunda en todo el Caribe y también a nivel internacional. Inquieto desde muy niño, le tomó cariño a ese instrumento viendo a sus hermanos mayores cuando amenizaban fiestas. Cuando pudo se compró su primer Acordeón, para en poco tiempo salir a recorrer los pueblos del Caribe, en particular por San Jacinto, el Carmen de Bolívar, Ovejas, Corozal, hasta llegar al pueblo que se constituiría en su hogar definitivo: Sincelejo.
Fue desde aquí donde Calixto comenzó a proyectarse musicalmente, cuando dio inicio a sus primeras grabaciones, a los 21 años, con el Lirio Rojo a la cabeza, que le abrió puertas, para que grandes casas disqueras lo tuviesen en cuenta.
Su amplio repertorio de composiciones, condujo a que fuesen éxitos, no solo en su propia voz, sino en las de muchos vocalistas, quienes encontraron en sus obras una fuente inagotable de temas en todos los estilos y para muchos gustos, que iban desde lo alegre, picaresco, jocoso y románticos, siempre con su sello inconfundible, con el cual atrajo muchos seguidores.
En 1961 fue cofundador de Los Corraleros de Majagual, junto con Alfredo Gutiérrez, Eliseo Herrera, César Castro, Lucho Pérez, Chico Cervantes y otros más, que un buen día decidieron conformar una Agrupación que reuniera las principales figuras de ese momento.
El talento de Calixto Ochoa fue evidente con su variedad de ritmos como el Paseaíto (mezcla de Paseo con Jalaíto), Charangas, Porros, Paseos, Paseboles, Merengues y otros más. Anduvo por diferentes países: Venezuela, Estados Unidos, Costa Rica, Panamá, Ecuador, Nicaragua y República Dominicana, donde apreciaron su vasta obra.
ALBERTO LUIS PACHECO BALMACEDA. (Barranquilla – Atlántico): 23 Junio 1935 – (Valledupar – Cesar): 29 Septiembre 1983.
Se inició musicalmente al lado de su Madre, una Pianista quien lo indujo a tocar la Guitarra, pero posteriormente el músico José María Peñaranda le enseñó a tocar el Acordeón. Luego, es el maestro Pedro Biava quien lo metió por el camino de la formación académica del solfeo, la escritura musical y la Guitarra. A los diez años ya tenía decidido el rumbo de su vida: era la música y nada más que ella, la dueña de lo que sería en un futuro de todo lo que supiera a él. Corría sin que nadie lo detuviera detrás de saber más de ese instrumento que le había cambiado la vida. Donde estaba Luis Enrique Martínez, Abel Antonio Villa, Alejandro Durán o “Pacho” Rada, él estaba ahí tras los secretos del Acordeón.
En 1963 estuvo en México en un encuentro musical iberoamericano, y a su regreso conformó en Bogotá, con Pedro García, el Conjunto Los Universitarios. Formó parte del Ballet Folclórico de Delia Zapata Olivella, con el cual recorrió varios países del mundo actuando como Acordeonista y luego con el Ballet de Colombia de Sonia Osorio.
Como músico, tuvo las agrupaciones: Alberto Pacheco y su Conjunto; Los Cumbiamberos de Pacheco, con los cuales cosechó sus primeros éxitos como “La Cumbia de Santo Domingo”. También integró las agrupaciones de “Bovea y sus Vallenatos” y “Los Campesinos del Magdalena”, entre otras. Se destacó no solo como Acordeonista, sino también como Cantante y compositor de variedad de ritmos.
Nació en un hogar de campesinos y desde muy joven tuvo gusto por el verseo, la piqueria y la música de Acordeón, al tiempo que ejercía oficios varios como la ganadería y la serraría. Su padre era un Acordeonista aficionado, y Luis Enrique aprendió de él, a ejecutar el Acordeón, mientras le acompañaba con las maracas o el redoblante, cuando realizaban presentaciones en fiestas o las llamadas “colitas”.
A los 13 años de edad se fue a vivir en la población de Fundación, en donde recibió la influencia musical por parte de Francisco Rada y otros músicos provincianos, con los cuales inició sus presentaciones en fiestas, en distintas poblaciones de la región.
Conoció a Juan Madrid en El Banco, quien lo enseñó como cantar y a acompañarse con la Guitarra. En estas fiestas se empezó a ganar el apodo de “El Pollo Vallenato” porque verseaba y era bueno para la piquería. Su estilo en la ejecución del Acordeón, ha sido una guía para muchos músicos de la Guajira y del Cesar, que han visto en él, un ejecutor del Vallenato tradicional y clásico, dado que introdujo unas innovaciones interesantes, con su digitación muy ágil, la cual adornó con toque de bajos que armonizaron muy bien con los pitos, dando origen a notas más rápidas y alegres.
ANDRÉS GREGORIO LANDERO GUERRA.(San Jacinto, Bolívar) 4 Febrero 1932 (Cartagena, Bolívar): 1 Marzo 2000.
Desde pequeño creció en medio de un ambiente musical, dado que su padre era un reconocido Gaitero e igualmente se acostumbró a visitar el monte donde aprendió los sonidos de la naturaleza, lo que después contribuyó a su vena artística como compositor.
Estando joven mostró una gran habilidad para tocar el Acordeón que le había comprado a Pacho Rada. Instruido por Delia Zapata Olivella formó parte de su grupo de baile con el cual emprendió una gira por Europa. Su primer conjunto lo integró con Eduardo Lora como cantante. Los viajes empezaron y realizaron giras por diversos países como Venezuela, Panamá, República Dominicana y México. En este último, fue declarado «Rey de la cumbia».
A diferencia de muchos ejecutantes del Acordeón, supo aprovechar el sonido de los pitos de la gaita para adaptarlas a su estilo. Desde niño fue influenciado por las notas quejumbrosas y melancólicas de dicho instrumento. Los sonidos emanados de su Acordeón eran radicalmente diferentes a los de otros músicos.
La experiencia durante muchos años en el campo como agricultor sería también una gran influencia para los sonidos particulares de Landero. “Landero solía viajar en burro de pueblo en pueblo con su Acordeón en las manos, cantaba, componía y era un verseador de gran talento”, sostenía Adolfo Pacheco.
Tuvo una gran versatilidad, no solo en la ejecución del instrumento, sino también en la composición. Aprendió a tocar como a los 18 años y en poco tiempo ya estaba sacando los sones de Pacho Rada y los de los viejos gaiteros. Figura como dueño de una obra musical considerable: unas 400 canciones, de buena calidad y en diferentes ritmos: paseo, cumbia, merengue, porro, fandango, chalupa, chandé, entre otros.
ELBERTO DE JESÚS LÓPEZ GUTIÉRREZ. (La Paz, Cesar) 28 Diciembre 1950 (Sincelejo – Sucre) 21 Junio 2007
Se inició como Acordeonista a los 15 años, siendo parte de una de las Dinastías musicales más representativas del Vallenato tradicional y clásico. Se le miraba como una persona muy sana y desprevenida, siempre en función de la música que más amaba.
“Estas son cosas que uno nunca espera, pero que llegan y hay que aceptarlas”, dijo el legendario cajero Pablo López, hermano del rey vallenato fallecido.
Conquistó la corona de Rey en 1980, y tuvo su época más destacada con el “Cacique de la Junta” cuando a su lado grabó el tema: “Tres Canciones”. Fue un excelente digitador e improvisador del Acordeón.
Sencillo, apacible y noble, era servicial y nunca le hizo mal a nadie.
Tuvo un estilo auténtico para ejecutar el Acordeón y representar esa línea tradicional de la gran dinastía de los López. Inició la etapa más importante de su trayectoria musical, tras retirarse del Conjunto de los Hermanos López, que integraba con Miguel y Pablo. Se destacó por su amor y entrega a la música que lo acompañó siempre y la cual defendió hasta sus últimos días.
JULIO ENRIQUE DE LA OSSA DOMÍNGUEZ. (Chochó- Sincelejo, Sucre) 20 Julio 1936 (Montería – Córdoba) 28 Septiembre 1998.
Se inició como Maraquero en la Banda de Chochó, pero se inclinó por el Acordeón que le compró a Calixto Ochoa, con el cual dio comienzo a una vida artística que lo condujo por muchos y variados senderos.
En su vida artística profesional grabó más de 30 discos de larga duración. Su éxito más sonado fue el de “La Colegiala”. El Pequeño Gigante, formó parte de la famosa Agrupación “Los Corraleros de Majagual”, y supo combinar temas añejos con nuevos e inéditos.
Representó con lujos su tierra sabanera, pues era un intérprete muy destacado de aires musicales como Porros, Fandangos, Cumbias, Paseaitos, que se escuchaban en su región. Tuvo influencias de Alejo Durán y luego de Calixto Ochoa, cuando dio a conocer sus primeras canciones muy costumbristas y auténticas.
Llega a Valledupar en el año 1963, invitado por Roberto Pavajeau y Eduardo Mattos, a quienes había conocido en galleras y se radica en esta ciudad donde aprendió a tocar aires nuevos.
RAFAEL ANTONIO SALAS MENDOZA. (El Plan, Guajira) 17 Septiembre 1952 (Valledupar, Cesar) 21 Abril 2011
Hijo del legendario Juglar “Toño” Salas y sobrino de Emiliano Zuleta Baquero. Grabó varios discos de larga duración y sus más destacadas interpretaciones las hizo al lado del desaparecido cantante Armando Moscote.
A “Rafa” como le decían cariñosamente sus amistades, le buscaban con frecuencia para animar las parrandas, por sus innegables dotes musicales, pues fue de esos hombres que dejó su huella en su paso por la vida, a través de su Acordeón, sus canciones y de su incesante ejemplo como trabajador del folclor y un amigo fiel, solidario, grato y como Maestro en la ejecución del bendito instrumento
JULIO ROJAS BUENDÍA. (San Agustín, San Juan Nepomuceno – Bolívar): 28 Junio 1958 – (Barranquilla – Atlántico): 20 Junio 2016
A los 13 años aprendió a tocar el Acordeón de forma autodidacta y a los 17 empezó a relacionarse en el ambiente musical vallenato.
Por su segundo apellido Buendía, Gabriel García Márquez le bromeó a Rojas, que él debía ser uno de los últimos descendientes de los personajes ficticios Buendía que protagonizan su novela laureada Cien años de soledad. Desde entonces Julio Rojas Buendía fue el Acordeonista favorito del Nobel, que se encargaba de amenizar sus reuniones cuando visitaba la ciudad de Cartagena.
Al ganar su primera corona de “Rey Vallenato”, Rojas abandonó sus estudios de Comercio Exterior en la Universidad del Norte en Barranquilla. A partir de 2010 Rojas estuvo retirado temporalmente del trajín de la vida de un artista musical para adelantar estudios de Derecho en la Universidad Simón Bolívar en Barranquilla.
Julio Rojas también realizó giras musicales en Portugal, Francia y España junto al compositor sabanero Adolfo Pacheco Anillo. Entre sus méritos está, haber acompañado al grupo argentino Pimpinela en 1995, en la grabación del álbum De corazón a corazón.
La admiración por el poeta payanés precursor de la poesía moderna en Colombia, Guillermo Valencia, fue inspiración para que Juancho Polo se cambiara su apellido por el del poeta a los 24 años de edad; por esta razón utilizó como segundo apellido Valencia.
Fue alumno de Pacho Rada, quien le enseñó como tocar el Acordeón. Juancho Polo junto a Alejandro Durán, Luis Enrique Martínez y Abel Antonio Villa, realizaron cantos de juglaría por el Departamento del Magdalena Grande. Su canción más famosa es “Alicia Adorada”, un lamento de reclamo a Dios por la muerte de su esposa, muerta de parto en la población de Flores de María.
Toda su vida la pasó tocando, cantando y viajando como un Juglar, de esos que se recuerdan y tienen historia. No estudió, tampoco tuvo cartón de bachiller, pero “cantar era su ciencia”. Tuvo y llevó ese carisma durante mucho tiempo, sin ser publicitado, promocionado y comercializado por las casas disqueras, como tampoco conoció la arrogancia y la pedantería de muchos artistas que dicen llamarse “Figuras.
Su tema “Alicia Adorada”, ha viajado por todo el mundo en las voces de cantantes extranjeros y nacionales. En Colombia sus más fervientes exponentes son: Alejo Durán, Jorge Oñate, Carlos Vives y Egidio Cuadrado.
Sin lugar a dudas, la obra de Juan Manuel Polo Cervantes ha dejado honda huella en lo referente a la creación y a la ejecución de las músicas de Acordeón.
Hombre bohemio, de voz nasal, dueño de una particular figura y autor de giros literarios silvestres y enrevesados, es imposible hacer una genealogía de la música de Acordeón que no lo ponga en un sitial privilegiado. A Juancho Polo se le recuerda como un campesino trashumante, dedicado a cantar y parrandear, siempre calzando sus abarcas y luciendo su sombrero vueltiao (dicen que echado hacia un lado para ocultar que le faltaba media oreja).
ANICETO MOLINA AGUIRRE. (El Campano-Pueblo Nuevo, Córdoba) 17 Abril 1939 (San Antonio, Texas – Estados Unidos) 30 Marzo 2015
A los 18 años creó su Agrupación denominada “Aniceto Molina y su Conjunto”; posteriormente prueba suerte en Cartagena, donde graba sus primeras canciones, logrando su primer éxito: “ASI SOY YO”. Con Alfredo Gutiérrez formó parte de “Los Caporales del Magdalena”.
Hacia 1973 emigra a la Ciudad de México, donde residió por más de 10 años y cosechó grandes éxitos, particularmente con el género de la Cumbia, donde tuvo mucha aceptación. En 1984 se radica en los Estados Unidos de Norte América, específicamente en la Ciudad de San Antonio, Texas, donde se distinguía con el apelativo de “El Tigre Sabanero”. Desde allí comenzó a realizar giras por la Unión Americana, México, Centroamérica, Canadá y algunos países de las Antillas, llevando en su corazón tantas alegrías al poner a bailar a la gente que disfruta de su música.
Fue galardonado con 4 premios a la Música Latina en Texas, y en el año 2008 en Los Ángeles – California donde recibió tributo durante los eventos del tradicional “El Premio de la Gente Latina Music Fan Awards”, con el premio denominado “Gloria de la Música Award”, así como importantes reconocimientos por las ventas de sus discos y su larga trayectoria.
A los tres años de edad viaja a Bogotá, a vivir donde su tía Nelly y a iniciar estudios primarios. Para ese entonces, Nelly había comprado para ella un Acordeón con la esperanza de aprender, la cual a la postre fue inútil. Sorpresivamente empezó a notar las habilidades del pequeño Juan Humberto quien sacaba melodías al Acordeón cromático y más tarde al tocar impecablemente «La piña madura».
A los seis años regresa a San Juan del Cesar y su padre le regala un Acordeón, con el cual rápidamente aprendió a interpretar la música de Alfredo Gutiérrez, a quien siempre consideraba su ídolo y el más grande Acordeonista de Colombia.
Conoce a Israel Romero quien le enseña algunas nociones musicales y comparten experiencias. Adquiere una impresionante rapidez al tocar el Acordeón, y da comienzo a su carrera como Acordeonista al participar en diversos concursos locales, donde se erige ganador.
Su nombre se hace popular entre reconocidas artistas como Jorge Oñate, Diomedes Díaz y Juan Piña, que lo invita a grabar con él, pues había sido testigo del gran derroche de agilidad y de melodías de los que hizo gala Juan Humberto en La Junta, pequeño Corregimiento de San Juan del Cesar. Aparte de ser un prodigio con su Acordeón, lo fue también como compositor. Con el transcurrir del tiempo Juancho se convirtió en un excelente músico, de gran fortaleza para interpretar el Acordeón, compartiendo así sus experiencias con los grandes de entonces.
ENRIQUE DÍAZ TOVAR. (Palo Alto- María La Baja, Bolívar) 3 Abril 1945 (Montería– Córdoba) 18 de Septiembre 2014 .
Cantautor, Acordeonista, compositor de folclor, conocido como el “Tigre de María La Baja”, fue uno de los pocos juglares de Colombia, de quien se decía que tenía un parecido en el tono de su voz con el ya fallecido Alejandro Durán.
Aprendió a tocar la Violina y, por consejo de los vecinos, su madre le regaló un Acordeón con el cual empezó a imitar el sonido de quien fuera su ídolo: Andrés Landero, del cual heredó la predilección por las letras sencillas, con ese sonido hondo y nostálgico –tan cercano a la Cumbia- característico de los juglares de las sabanas de Sucre, Córdoba y Bolívar. Profesó profunda admiración por Pacho Rada y, especialmente, por Luis Enrique Martínez.
A pesar de componer cientos de canciones, una que no era suya lo elevó al estatus de leyenda. Se trata de “La caja negra”, una diatriba jocosa y picaresca compuesta por José Rafael Valencia y grabada originalmente por Enrique Díaz en 1972.
ABEL ANTONIO VILLA VILLA. (Piedra de Moler, Magdalena) 1 de Octubre de 1924 (Barranquilla-Atlántico) 10 Junio 2006.
Se inició en el arte musical a los 9 años. Conocido como el “Padre del Acordeón” por ser el primer músico que llevó este instrumento a la grabación comercial. En 1943 lo hizo en acetato y en 1944 en pasta sintética con el Sello Odeón. Fue un músico que hizo gala de su color, y el mismo se denominaba: “El Negro” Abel Antonio.
De esa primera producción fonográfica, realizada para una disquera de Barranquilla, se popularizó su obra, ‘La muerte de Abel Antonio’, la cual nació de un suceso que ocurrido en Pivijay, luego de prestar el servicio militar obligatorio, a raíz de la muerte de un homónimo suyo, fue declarado muerto y velado de cuerpo ausente. Cuando corría la quinta noche de su novenario, apareció ‘Abelito’, quien estaba de parranda con amigos. Desde entonces, acostumbró a vestir de blanco, en honor a sus cinco noches de velorio.
Al comentar su experiencia musical, reconoció como sus más fuertes e importantes contendores, a Emiliano Zuleta Baquero, Francisco Rada Batista, Luis Enrique Martínez, Juancho Polo Valencia y Alejandro Durán. Durante su carrera artística compuso más de 500 temas y grabó 22 discos. Fue tal la importancia del Maestro, que se le otorgó el título de Rey Vitalicio Vallenato y condecorado por el Congreso de la República en 1997.
ALFONSO LÓPEZ GUTIÉRREZ. (La Paz-Cesar) 18 Diciembre 1939 – (Pelaya–Cesar): 2 Mayo 2000
Miembro de la famosa dinastía Los Hermanos López, encabezados por Miguel López, pero fue “Poncho”, quien mereció un sitial de honor, por sus grandes aportes musicales y folclóricos, en virtud de sus mayores conocimientos, pues además de ejecutar con propiedad el Acordeón, tocaba el Piano, la Guitarra y varios instrumentos de percusión, pero no de cualquier manera, era un músico en todo el sentido de la palabra.
Con el título de ‘El Rey de los bajos’, fue conocido por doquier, y no hubo en su momento alguien como él. Aunque en las grabaciones él figuraba como el ejecutante de las Congas, la dirección de bajos la ejercía ‘Poncho’, pero además grababa el cencerro o la campana, que en aquella época era instrumento relevante en el género vallenato.
Grabó con Armando Moscote, luego con Freddy Peralta que le dio el Título de ‘El Rey de los bajos’, ocasión aprovechada por ‘Poncho’ para lucirse con un espectacular solo de bajos. Israel Romero Ospino y ‘Juancho’ Rois, se nutrieron escuchando los pases de bajos que Poncho López ejecutaba, los cuales sirvieron de inspiración a estos dos grandes Acordeonistas.