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Ni comunistas ni capitalistas, que impere la justicia

Por: Juan Cataño Bracho

La tan degradada clase política colombiana, conocedora de la ignorancia de la amorfa masa electora y conciente de su baja credibilidad social, ha enfilado su estrategia a denigrar del oponente para tratar de, con el descredito del otro, ganar adeptos para su falsa propuesta de cambio, que lo que contiene, realmente, es un soterrado interés conservador de los privilegios de unos pocos.

 

Así estamos naufragando en el abandono del programa político que tiene poco que ofrecer ante el consuetudinario e histórico incumplimiento, que se ha prestado para alimentar la corrupción de cuya práctica se han alimentado los capitales de éste país, cuando no manchado de sangre y de todo tipo de injusticias.

Así para los capitalistas el comunismo es de las peores formas de gobierno, que atenta contra la propiedad privada y no pasa de ser solo una ideología que en la práctica no tiene arraigo ni posibilidades de un cambio efectivo, con algo de razón porque éste sistema ha fracasado en el mundo. Igual concepto de desprecio tienen estos sobre el capitalismo porque, realmente es sinónimo de atropello e injusticia, que basado en la ignorancia del nativo echó raíces en América porque para nuestro Descubrimiento ya había empezado a florecer en Europa. Por eso la raza europea es la poseedora de la tierra en América y el negro y el indígena siguen siendo los obreros.

Un sistema capitalista se basa principalmente en que la titularidad de los recursos productivos son de carácter privado, es decir, deben pertenecer a las personas y no una organización como el Estado. Dado que el objetivo de la economía es estudiar la mejor forma de satisfacer las necesidades humanas con los recursos limitados que disponemos, el capitalismo considera que el mercado es el mejor mecanismo para llevarlo a cabo, por ello cree necesario promover la propiedad privada y la competencia.

¿Qué tiene de malo para mí el Capitalismo? La ilimitada libertad sobre la propiedad privada y la acumulación de la riqueza extrema, que hace de unos pocos los dueños de los medios de producción, sometiendo a la mayoría a la miseria, que bien distribuidos y explotados ayudaría al bienestar de todos. Esta situación presiona la guerra, por cuanto los ricos sintiendo su propiedad amenazada por los que no tienen nada hacen uso de las armas para defenderla.   

En cuanto al  comunismo es un movimiento político que promueve la formación de una sociedad sin clases sociales, donde los medios de producción sean de propiedad común. Esto implica que la propiedad privada de dichos medios no existiría, lo que llevaría el poder a la clase trabajadora. En su fin último, el comunismo busca la abolición del Estado: si no existe la propiedad privada de los medios de producción, no existe la explotación. Por lo tanto, la organización estatal no sería necesaria.

¿Qué tiene de malo el Comunismo para mí? Creo que desestimula el desarrollo, por cuanto se eliminaría el interés de la ganancia que genera la creatividad y las propuestas de innovación, eliminaría la competencia y sin Estado la sociedad sería un caos bajo el imperio de la anarquía.      

Pero, en la panacea que pudiera producir uno u otro, no hay tal esperanza de verdad y justicia, aunque del uno y del otro se pudieran sacar formulas para que los seres humanos viviéramos en armonía; porque, realmente, no hay sistemas totalmente malos ni totalmente buenos. Existen los sistemas más o menos buenos o más o menos malos, según la incidencia de los hombres sobre ellos.

Lo que hace totalmente malos o totalmente buenos a los sistemas son los hombres, sobre todo por la manipulación que sobre ellos ejerce por sus ansias de poder y deseos de sometimiento al resto de la especie humana. Así que no es en la ideología de partido donde está la esperanza del hombre sino en el corazón de quienes tienen la posibilidad de poder y de quienes tenemos la libertad de elegir.

En Colombia hoy estamos enfrascados entre los que ponen la esperanza en un hombre para conservar el poder, que sea capaz de blanquear sus injusticias, y los que la ponen en otro con la posibilidad de arrebatárselos, abocándolos a un nuevo estilo de injusticia. Los primeros se inclinan por no perder sus privilegios y los segundos para llegar a ser privilegiados como los primeros. Pero éste no es el camino, el camino es la administración de un Estado realmente democrático, en donde el voto sincero y el conteo justo de éste eliminen la manipulación del sistema de elección; basado en la verdad y la justicia.

Gobernar con justicia equivale, según la palabra de Dios, a: que el gobernante sea justo, haciendo lo que es correcto y equitativo, y que actúe así siempre, sin parcialidad. De hecho, es inconcebible que proceda de otro modo. El gobernante debe obrar lejos la inequidad  y de la injusticia. En efecto, es imposible, bajo la fórmula de Dios que el gobernante ‘obre injustamente’, si es puro y recto, porque el amor altruista lo mueve a tratar a todos con rectitud  

Que el hombre deponga sus ansias de poder y el desvalido deje de ser una amenaza para quienes lo detentan; que entre poderosos y desvalidos contribuyeran a un orden social justo. Pero eso solo se logra cuando el tener se limite a la satisfacción de las necesidades humanas y podamos erradicar el interés de acumular riquezas basadas en el atropello del hermano. 

Por todo lo anterior, Colombia no necesita un Presidente Capitalista o un Presidente Comunista, éste país lo que requiere es que impere la  justicia y hombres que tengan el valor y la dignidad suficiente para defenderla.  

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